La escritora (Guadalajara, 1955) estará mañana en Alicante en las Catas Literarias de Maestral para hablar de su última novela Cuando llega la luz, continuación de la premiada Lo que esconde tu nombre que abordaba la presencia de nazis ocultos en Dénia.

En Cuando llega la luz vuelve a abordar la existencia de los grupos neonazis y la expansión de la ultraderecha y el populismo. ¿Qué le ha parecido la victoria de Trump?

Horrible. No me lo esperaba. El populismo tiene un tirón enorme en EE UU y en el resto del mundo, pero creía que se iba a imponer el raciocinio y la lógica para evitar un desastre total. Esto me ha dejado hecha polvo, no tanto porque él sea un payaso idiota y narcisista sino por la ciudadanía. Lo más preocupante es que la gente llegue a elegir algo que va en contra de sus intereses. Han ganado la xenofobia y los sentimientos irracionales que están muy desarrollados entre los ciudadanos. Falta educación y criterio.

¿Hacía falta una segunda parte de Lo que esconde tu nombre?

No sé si hacía falta pero ahora que está hecha creo que sí. A mí me apetecía escribirla. Yo quería saber qué pasaba con estos personajes, Julián y Sandra. Julián esta inspirado en mi padre que es un reflejo de los mayores que arrinconamos y creemos que no tienen nada que ofrecer al mundo. El narcisismo es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. Rechazamos todo lo que es diferente y una parte de ello es la gente mayor y eso que hacen heroicidades, no solo Julián que tiene que superar sus propias debilidades, sino toda la gente mayor que con su ayuda a sus hijos y nietos está sustentando el bienestar. Julián es muy humano y está llevando a cabo una heroicidad particular y me apetecía ver cómo ajustaba cuentas con su verdugo y cómo aplicaba su particular justicia.

¿Es defendible que las víctimas se tomen la justicia por su mano si nadie lo hace?

Sí. Cuando no se aplica la justicia se está condenando a alguien a tener una herida abierta que es el deseo de venganza. Si dejan a una víctima sola la condenas a tener unos sentimientos que no son los mas nobles del mundo.

¿Habrá una tercera parte de la novela?

No lo descarto, pero no lo sé. Yo tengo que estar muy ilusionada con lo que hago y lo estoy con estos personajes, pero tengo que sobrevivir a la promoción en dos países, aquí y en Italia.

¿Cómo está siendo recibida Cuando llega la luz tras este par de meses en las librerías?

Muy bien. A la gente le está gustando mucho y en Italia inmediatamente se alzó a los primeros puestos de venta. En Italia Lo que esconde tu nombre ha vendido un millón de ejemplares y lleva 53 ediciones. Está siempre entre los más vendidos y esperaban con muchísima ansia la continuación. Cuando llega la luz es una novela con mucho peso psicológico que es lo que me gusta. Por qué dudamos, por qué tomamos una decisión y no otra, nuestras contradicciones y que no seamos perfectos.

¿Le preocupa la expansión de la ultraderecha?

Fíjate que la realidad le viene a dar la razón a Cuando llega la luz. En la novela yo no hago una crónica de grupos de ultraderecha sino el estado psicológico y mental de unas personas, unos neonazis que aparecen en primer plano en la novela, sobre por qué buscan el refugio de la irracionalidad y la intolerancia. Aparecen Martín, Frida... unos personajes discípulos de unos viejos nazis que han sobrevivido en nuestras costas tanto tiempo y que han sido muy peligrosos porque han servido de cobertura ideológica a los jóvenes. Me intriga el porqué puede llegar uno a esta deriva. Es una deriva vaga consecuencia de no analizar el mundo. La realidad está dando la razón. Lo más fácil es buscar refugio a tus instintos más bajos, a los complejos de inferioridad y a la falta de autoestima en grupos que te protejan y te digan que eres superior y que los demás son escoria como predica Trump. El peligro es que desprecia al ser humano. No hay un gramo de comprensión en lo que dice. Parece que está escupiendo a las personas a la cara. Entronca con estos grupos que se están haciendo muy fuertes y es lo que yo de forma cotidiana planteo en la novela.

Usted ha investigado la presencia de viejos nazis en localidades como Dénia. ¿La gente lo sabía? Vecinos, autoridades...

Sabían de unos y de otros no. Gerhard Bremer era un constructor y era un personaje conocido de la zona, otros no. La policía lo sabía y ya eran los años 80 pero estaban como invisibilizados.

Da miedo que un monstruo pueda pasar por un ancianito normal, bueno y amable.

Esa paradoja es la que me impulsó a escribir estas dos novelas. Lo de Trump ha sido al revés. Los viejecitos nazis estaban disfrazados de personas normales y hay que tener la suficiente perspicacia para darse cuenta de que debajo hay monstruos. En Trump yo creo que ha pasado lo contrario, creen que sale disfrazado y que en el fondo hay una buena persona. Es tan payaso, con ese pelo y esos gestos que creo que la gente piensa que lleva una máscara y que debajo hay alguien más sensato. Hay quien piensa que ahora se moderará. Analizamos poco. Nos dejamos llevar por una cierta pereza mental.

¿Cómo define su literatura?

Como una literatura que habla de la existencia, de la naturaleza humana, existencialista, una literatura existencialista negra y divertida y amenza. Lo que quiero cuando escribo es estar abducida y pasarlo bien y que el lector lo pase bien.

¿Va mejorando en algo el panorama en España para los escritores?

No, y no es sólo por la piratería sino sobre todo por la invisibilidad de los escritores, que no haya espacios en televisión en los que se hable de literatura, de cultura... Ves programas en lo que solo importa el último romance del famoso. Hay una vanalidad muy preocupante. Creo que es la época en la que mas arrinconados estamos socialmente hablando. No se intenta acercar la cultura a la gente.