La Plaza Castelar es más que una plaza. Es un símbolo de Elda y un punto de encuentro vecinal, que a lo largo de los años se ha ido adaptando a la evolución de una ciudad, que dejo atrás su pasado agrícola y se convirtió en la Elda industrial de hoy.

La Castelar no es la plaza más antigua de la ciudad ni pertenece al centro histórico de la misma. Es el fruto del ensanche de un casco urbano que fue creciendo poco a poco a finales del siglo XIX y en los inicios del XX para terminar despegando en la década de los cuarenta.Así, en ella se encuentran reconocidos todos los eldenses, los que sus abuelos llegaron de otras tierras y los que sus familias son originarias de éstas. Es el emblema de los años de apogeo de Elda.

En sus lugares más emblemáticos: el estanque, la estatua de Castelar o la figura del león, miles de eldenses han posado para las fotos que recuerdan los momentos más importantes de sus vidas como la Primera Comunión, su boda o con el grupo de amigos o del trabajo.

La plaza en sus casi cien años de historia ha sufrido profundas mutaciones y varias de ellas han contado con la fuerte oposición vecinal, que ha visto como en la reforma de su fisonomía se iba perdiendo parte del patrimonio histórico. Pero, la Castelar ha sobrevivido y ha pervivido a estos envites y logrado mantener su posición hegemónica frente a otras plazas y parques que llegaron después.

La última de las modificaciones, que finalizó en mayo de 2015, ha hecho de este espacio uno de los más modernos y nuevos de la población. Y tras diversas disputas sobre la idoneidad de eliminar algunos de los elementos como las vallas que la cercaban, ahora, año y medio después los vecinos ven con buenos ojos la nueva vida que ha retomado.

Por las tardes comparten espacio niños de todas las edades con abuelas y madres y algún grupo de jubilados que buscan un espacio más tranquilo alejado de las sonoras risas de los más pequeños que invaden los juegos infantiles. Además cuenta con un restaurante y terraza donde en las tardes de buena climatológica, se concentran las tertulia de quienes al cuidado de los más pequeños disfrutan de un café mientras echan un ojo a sus retoños. El edificio junto a la Concha colindante a la calle Pi y Margall, cuenta con 294 metros cuadrados.

La estatua de Castelar

Uno de los elementos que ha permanecido inalterable a lo largo del tiempo ha sido la estatua de Emilio Castelar. Fue en 1926 cuando se creó la comisión para erigir el monumento al político, que fue presidente de la I República española y que había pasado parte de su infancia en Elda. En 1932 el presidente de la II República, Niceto Álcala Zamora colocó la primera piedra durante una visita a la ciudad, coincidiendo con el centenario con el nacimiento de Castelar. Al acto asistió Miguel de Unamuno.

El recuerdo a Emilio Castelar está catalogado como Bien de Relevancia Local y así se indica en el catalogo de Bienes y Espacios Protegidos de Elda. La obra es una escultura de 1,64 metros modelada en bronce que corona un monumento de piedra de 9,42 metros.

Casi cien años de historia

La cooperativa de viviendas «El Progreso» comenzó a construirse en 1921 y en su proyecto contemplaba, la cesión de terrenos al ayuntamiento para la construcción de un jardín. Así comenzó la historia de la Castelar, que se inauguró en 1933. Catorce años después con nuevos terrenos amplió el jardín, que ocupa 10.080 metros cuadrados en total. Siguiendo las directrices del proyecto presentado por el arquitecto Miguel López González se construyó el añorado templete donde se celebraban los conciertos de la banda. En 1969, fue reducido a escombros.

En 1966 se colocó el vallado, que desapareció en 2015. Más tarde apareció el nuevo escenario, que se mantiene en la actualidad y alberga los conciertos de Fiestas Mayores y la presentación de los cargos de los Moros y Cristianos entre otros eventos. La estructura que es un paraboloide hiperbólico conocido como «La Concha».

La última reforma que se inició en 2014 y finalizó en 2015 partió del proyecto fin de carrera dos jóvenes eldenses licenciados en Arquitectura, Luis Francisco García y Francisco Blanco. Con el diseño de la nueva plaza obtuvieron una matrícula de honor.

La plaza cuenta con tres niveles y el proyecto costó al Ayuntamiento algo más de un millón y medio de euros. Se pavimentaron 12.000 metros cuadrados y se crearon cuatro zonas de juegos.