El Rey reivindicó ayer los valores de la concordia y el respeto, así como la importancia de la cultura para enriquecer la convivencia, y defendió una España «de brazos abiertos», alejada del «pesimismo o el desencanto y orgullosa de lo mucho y admirable» que juntos han conseguido los españoles.

En su discurso en la solemne ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2016, celebrada en el Teatro Campoamor de Oviedo, Felipe VI, acompañado por la Reina Letizia, apeló asimismo al ejemplo de los galardonados para recordar que «no hay ninguna obra científica, política, social o artística que no haya surgido por unos ideales firmes y sólidos». Tras reseñar los méritos de los premiados este año en cada una de las ocho categorías, el Rey elogió a todos ellos por ser «la representación más alta y brillante» de «ese anhelo por hacer un mundo mejor donde prevalezcan la concordia, el respeto y la solidaridad».

«Gracias a todos y cada uno de vosotros, somos más conscientes de que el progreso es siempre fruto de muchos esfuerzos compartidos entre personas de orígenes diversos, entre culturas y creencias distintas, entre naciones diferentes», señaló, antes de subrayar que estos premios y la fundación que los otorga nacieron por un sentimiento de «amor profundo a Asturias y a toda España».

«Nacieron -destacaó el Monarca- con la voluntad de afirmar una España que, como dijo Unamuno, tiene que ser de brazos abiertos, en la que nadie pueda sentirse solo en el dolor o la adversidad; una España alejada del pesimismo, del desencanto o del desaliento, fiel a su irrenunciable afán de vivir y orgullosa de lo que somos, de lo que juntos hemos conseguido, que ha sido mucho y admirable».

«Y seguros de nosotros mismos, porque un pueblo que quiera, respete y ampare la cultura nunca le temerá a su futuro», proclamó el jefe del Estado. El Ray, que reivindicó que« la cultura inspire nuestra libertad para renovar nuestro compromiso con España», ensalzó el valor de los premiados -a los que se dirigió en español, como es habitual, salvo una breve frase de felicitación en catalán para la actriz Núria Espert- al destacar cómo sus trayectorias enseñan que los grandes progresos se alcanzan cuando las artes y las letras se funden con la concordia «o cuando la cooperación se entrelaza con la ejemplaridad».

Precisamente, la gran dama del teatro español resaltó su relación de pasión y entrega que, durante su dilatada carrera como actriz, ha mantenido con esa «bellísima profesión» que es el teatro. La actriz catalana, que cuenta con distinciones como el Premio Nacional de Teatro (1986) o la Medalla de Oro del Gran Teatro del Liceo (2010), quiso compartir el Premio Princesa de las Artes con todos su compañeros de profesión. «El teatro se apoderó de mí a los 13 años. Me eligió. Al principio, suavemente, pero en tres, cuatro años se había convertido en dueño absoluto de mi vida, de mis deseos, de mis sueños. Cada vez con más fuerza, con más exigencia», subrayó.

La actriz resolvió su agradecimiento por el galardón concedido premiando a los asistentes a la ceremonia con sendos textos de dos clásicos que son también contemporáneos, Federico García Lorca y William Shakespeare, «dos genios» del teatro.

Ford y el privilegio de escribir

El novelista estadounidense Richard Ford, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, celebró por su parte el privilegio que supone para un escritor hacer, con la ayuda de la imaginación, «que sucedan más cosas», acrecentar la riqueza de las posibilidades humanas y «aportar alegría».

En su discurso, el autor de Canadá o El periodista deportivo, hizoo una reflexión sobre la función de la literatura y de la «tarea poética» del literato de acrecentar el número de cosas que pueden concebirse, lo que convierte su oficio en una vocación «gozosa».

Los escritores son, a su juicio, «optimistas natos» que viven de su vocación de crear para los demás «algo bueno que antes no existía» aunque en su caso, lamentó, su fallo es que la excesiva gravedad de lo que ocurre en el mundo actual no le predisponga demasiado a la alegría. «Los norteamericanos lo vivimos cuando vemos que Donad Trump puede llegar a ser nuestro próximo presidente y les pasa lo mismo a los ciudadanos españoles cuando ven las desigualdades de renta y el abatimiento económico, a los franceses, a los griegos y a los eritreos que huyen de África», añadió.

La historiadora británica Mary Beard, premio de Ciencias Sociales 2016, defendió la historia como una disciplina capaz de alentar el progreso, que abre los ojos a distintas perspectivas y evita que todos seamos ciudadanos empobrecidos. Beard, una de las grandes divulgadoras del mundo clásico, reconocida por el jurado «por su sobresaliente contribución al estudio de la cultura, de la política y de la sociedad de la antigüedad grecolatina», hizo partícipes del galardón a «todos los profesores, académicos y escritores que trabajan duro para hacer que nuestra conversación con el mundo antiguo sea tan viva, cautivadora y gratificante».

«También me gusta pensar que parte de este honor es para aquella antigua raza (la romana), a pesar de lo brutales, imperialistas y misóginos que eran», subrayó tras ensalzar su literatura, «que todavía desafía a la actual», sus leyes y política, «que todavía informan las nuestras», y sus «hábitos extraños, que aún intrigan».

Tras asegurar que se encuentra realmente encantada de haber sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias, señaló que se lo ha pasado «bárbaro» estos días en el Principado buscando los rastros romanos bajo el yacimiento de la villa de Veranes, en Gijón, que visitó el pasado martes.

Sobre el triatleta Javier Gómez Noya, premio de los Deportes, el rey Felipe VI destacó los «férreos principios» con los que el gallego ha construido su figura como deportista de elite y se ha convertido en un «verdadero campeón indiscutible». Don Felipe, destacó en Gómez Noya su «afán constante de superación, espíritu de lucha, compañerismo y humildad» y apuntó que las adversidades «no pudieron» con el deportista gallego.

Fueron, al contrario, según añadió el monarca, un estímulo más para que llegara a alcanzar las metas más altas en un deporte que en España ha crecido en los últimos años en «buena medida gracias a la brillante carrera» de Javier Gómez Noya y a los «deseos de tantos aficionados de emular sus triunfos», en un deporte calificable como «total por el increíble esfuerzo que se realiza».