Es un festival «súper low cost», como dicen sus organizadores, pero cada año reúne a más adeptos con ganas de sentir escalofríos a través de historias de terror en pequeñas dosis. Suspiria Fest, el Festival de Cine de Terror y Fantástico, celebra este fin de semana su cuarta edición en el Auditorio de San Vicente del Raspeig y durante dos días concentrará una selección de los mejores cortometrajes del género.

De entrada libre, entre el 21 y el 22 de octubre se proyectarán 23 cortometrajes a concurso llegados desde diferentes lugares de España y del extranjero, seleccionados entre más de un centenar de propuestas. Este año se han suprimido las secciones para destacar solo una -los cortos de realizadores de la Comunidad Valenciana-, que cuentan con premio propio.

Los organizadores del festival, dos entusiastas del género terrorífico, Javier Caro y Lorena Riestra, apuntan que «aunque hemos tenido que cambiar de plataforma para recibir los cortos y han llegado algunos menos que otros años, estamos muy contentos con la calidad de todos los seleccionados, básicamente españoles, que han hecho aumentar mucho el nivel en esta edición».

Entre la oferta, sigue primando el terror frente al cine fantástico o de ciencia ficción por goleada, pero en todas sus vertientes: terror de los años 80, terror de humor negro, nueva ola de terror, terror-thriller, suspense...

El festival se inaugura el viernes a las19 horas con la entrega del Premio Horroris Causa, que este año se concede ex aequo a la sección Brigadoon del Festival de Cine de Sitges por su respaldo al trabajo de directores noveles -que recibirá Diego López, el director de esta sección-, y a la productora Filmax por su contribución a la difusión de cine de terror y fantástico, que recibirá su director, Julio Fernández.

Entre los mejores cortos de la Comunidad Valenciana se proyectará Pesanta, de Ángel Valera; Extraterrestres, de Simón Fariza; Tanatopraxia, de Víctor Palacios; Abuelo, de Borja Muñoz Gallego; They will all die in space, de Javier Chillón; y las piezas de los alicantinos Pablo Riquelme (Dead Flowers) y Fer Zaragoza (Double Trouble).

Como es habitual, el sábado por la mañana se proyectará un largometraje documental, en este caso sobre una película mítica, Escalofrío (1978), de Carlos Puerto, «una de las primeras que trataba la figura del diablo, las posesiones diabólicas y los exorcismos, que tiene ese halo de malditismo», apunta Javier Caro. El documental es Satan's Blood, de Luis Esquinas, un trabajo «muy interesante que está muy bien hecho porque cuenta con escenas originales de la película», añade, tras recordar que solo se ha exhibido en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid, Nocturna.

Y antes del documental los asistentes disfrutarán del cortometraje ganador del festival mexicano con el que el Suspiria Fest está hermanado, Suste Fest, que este año corre a cargo de Edgar Nieto y su película Masacre en San José.

También se presentará el libro Carteles de cine. Arte en imágenes, elaborado por Emilio Sanchís que repasa la historia de la cartelería de cine con una mesa redonda en la que participan varios cartelistas.

El maratón de cortos del sábado incluye Smile, de Jan Martínez; Ven a mí, de Marcos Muñoz Flores; Rewind, de Rubén Pérez Barrera; Criaturitas, de Tiny Creatures; La herencia, de Gorka Moreno García; La cuota, de Juan Falco; Jules D, de Norma Vila; L'encenedor quàntic, de Pau Escribano; Ikal, de Álvaro Figueroa; Apolo 81, de Óscar Bernàcer; Cenizo, de Jon Mikel; La cena, de Karim Shaker; Alien Inside, de Alfonso García López; Behind, de Ángel Gómez Hernández; You're gonna die tonight, de Sergio Morcillo y El viejo y el polvo, de Wiro Berriatúa.

Tras la proyección se entregarán los premios, que este año incluyen uno al mejor cartel y un primer premio en metálico de 150 euros al mejor cortometraje. La sorpresa será el vídeo de un director de cine internacional que saludará a los asistentes. El pasado año fue Tom Holland, director de Muñeco diabólico. El próximo año, con el primer lustro, los organizadores quieren que el invitado venga a San Vicente, algo que ahora, pese a contar con la colaboración del área de Cultura del Ayuntamiento de San Vicente, es imposible.