De vuelta
Teatro Principal de Alicante
Compañía de Danza José Soriano.
Cualquier homenaje que se haga al maestro José Espadero lo tiene bien merecido por su entrega, aportación y humanidad. Por haber formado a muchos bailarines y contribuir a mantener la danza española en Alicante. Así, la Compañía de Danza José Soriano le rinde tributo con este recorrido coreográfico en De vuelta, que ofrece un repertorio, tradicional y actual a la vez, con la evolución creativa del bailarín y coreógrafo alicantino. La dilatada experiencia de Soriano se saborea en los números. Siempre queriendo fomentar y divulgar el arte de la danza flamenco-española, y diez años danzando con su compañía, ofreciendo emociones. La pasión y la variedad de pasos y ritmos están garantizadas por un amplio y firme elenco que se apoya en la estilización artística del folclore, del clásico español y de las formas flamencas. Como parte de esa expresividad, no faltan el juego de sombreros, los abanicos, el mantón y las castañuelas especialmente, un elemento indispensable de la escuela de palillos o bolera, especialidad que José Espadero puso de relieve en sus muchas coreografías con la mezcla de danza popular y ballet clásico. Tres de ellas vimos. Triana lleva la elegancia que imprimen los primeros bailarines Eva Arcacia y José Soriano, una pareja perfectamente compenetrada en la ejecución de los movimientos y del braceo a la española. Bolero 1830 tiene la gracia, los quiebros y el buen hacer de las solistas Andrea Campillo, Inma Jaén y Julia Rubio, o el vestuario del propio Espadero, como en Jota de la Dolores, en la que vibran la exaltación folclórica y la diversidad de figuras del versátil cuerpo de baile. Este último número, sobre todo, emocionó muchísimo a los espectadores que el viernes llenaron el Principal. Hasta llegar ahí hubo toda una exhibición con nervio y poesía musical y dancística en Soleá por bulerías, Guajiras o Tango ensamble, donde también intervienen Soriano y Eva Arcacia, quien compartió escenario con Espadero hace años. La potencia, el aleteo de las manos, los típicos desplantes, el colorido o el ímpetu global, con voz y música en vivo y grabada, desembocaron en los elogios al emocionado maestro. Y la afición, de pie, ovacionó prolongadamente.