El Nobel de Química 2016 premió ayer el desarrollo de las máquinas más pequeñas del mundo, revolución que ha llevado la nanotecnología a una nueva dimensión y con posibles múltiples aplicaciones como sensores, nuevos materiales, sistemas de almacenamiento energético o en informática. El francés Jean-Pierre Savage, el británico James Fraser Stoddart y el holandés Bernard Feringa diseñaron y sintetizaron máquinas moleculares, «desarrollando moléculas con movimientos controlados que pueden realizar una tarea cuando se les proporciona energía», según la Academia de las Ciencias Sueca.

En su afán por construir moléculas cada vez más avanzadas, los químicos empezaron a producir a mediados del siglo pasado cadenas moleculares que unían moléculas en forma de anillo, pero la cantidad era tan pequeña y los métodos tan complejos que su uso era limitado. Hubo que esperar hasta 1983, cuando el grupo de Sauvage no solo creó una nueva molécula «sorprendente», sino también un nuevo tipo de enlace mecánico que revitalizó el campo de la química.