«Tenía muchas ganas de volver a exponer en Alicante», señala Julia Valdés, que hace años expuso en la sala Rembrandt o en la galería Amics. Ahora lo hace en el Club INFORMACIÓN en una muestra que se inaugura hoy y en la que la artista refleja sus recuerdos y vivencias de Alicante.

Valdés nació en Alicante en 1949, donde estudió el Bachillerato y Delineación Industrial, empezó los estudios de Bellas Artes en Valencia y los terminó en Madrid, donde residió hasta hace unos años que volvió a Sax. Allí rehabilitó la casa familiar, un edificio del siglo XVII que le sirve de casa y estudio para pintar. Su padre, el catedrático Pedro Valdés Nager, fue también artista merecedor de la medalla de pintura de la Exposición Nacional de Bellas Artes de la Diputación y becado en Roma.

«Vego de una familia de artistas y mi padre siempre me decía que desde que nací supo que yo iba a acabar pintando. Para mí al principio era un juego y hasta que empecé Bellas Artes no me lo tomé en serio y me he dedicado siempre a pintar y a dar clases», explica la artista, que incide en que «siempre tuve presente Alicante en la pintura que hago y cuando me fui a Madrid rápidamente volví a coger la luz de Alicante».

Valdés afirma que todo lo que refleja en sus cuadros tiene que tener una vinculación directa con ella misma: «Pinto a mis hijos, a los amigos de mis hijos, a mis nietos en la playa, mi jardín, las calles que conozco, cosas que hay en una habitación.. En el fondo soy muy intimista y todo lo que pinto son cosas cotidianas, del día a día, me gusta mucho que haya figuras, tengo muchos retratos», indica.

Pintar paisajes, señala, «es lo único que me aburre porque me sale con mucha facilidad y yo necesito contar algo mío, lo que me pasa, lo que vivo». Los bodegones son algo nuevo en su obra pero ella ha querido rendir homenaje a su tierra en esta muestra y ha cambaido las frutas o los animales de caza por los dulces alicantinos, «bollos, toñas, roscones, mantecados, pastas...».

El color, «mucho y fuerte», el gesto en la pincelada y la luz son rasgos característicos en su obra. «Aunque me dicen que tengo influencia de Sorolla, la luz de Sorolla es más natural, incide sobre los cuadros, pero en los míos la luz sale de dentro, yo me la invento, y bailo con los pinceles», apunta,