Seguro que no es la más concurrida del mundo, ni de lejos, pero pocas ciudades albergarán un espacio central tan característico como el de Alcoy. La plaza de España es el punto neurálgico de las Fiestas de Moros y Cristianos, el marco donde los capitanes de ambos bandos hacen su «Entrada» triunfal; de hecho, antiguamente se elogiaba que «tal filà ha llenado la plaza en su desfile». El director del Himno de Fiestas se corona en este foro, en el que se disparan las «mascletàs» y Moros y Cristianos dirimen sus diferencias a trabucazo limpio en el Alardo.

En las últimas décadas, la Cabalgata de los Reyes Magos se ha sumado a la ambientación, convirtiéndose el mágico momento de la Adoración en otro episodio del programa anual que congrega multitudes. En 2016, la Adoración se desarrolló al filo de las nueve de la noche con todo el espacio repleto de público, pero a las cinco ya no se podía coger un sitio de primera fila. Todo estaba copado.

Por todo ello, la plaza es un espacio «maldito», que los 360 días restantes del año tiene que estar vacío. No se puede insertar estructuras permanentes. A mediados de los ochenta del siglo XX, el Ayuntamiento ejecutó una urbanización que incluía un monumento al agua que se escondía bajo el castillo de Fiestas. El proyecto fue muy contestado y más tarde se buscó la colaboración de Santiago Calatrava, que diseñó una sala subterránea para actividades múltiples, que se abrió al público en mayo de 1995. El arquitecto valenciano contempló una fuente plegable que se queda tras el castillo y una sala inferior que ha resultado problemática por temas de seguridad y su uso es limitado. Media docena de arbolitos completan la ambientación.

La importancia del foro no acaba aquí. La presencia del Ayuntamiento, el Teatro Calderón y la parroquia de Santa María, corroboran su preponderancia, así como el hecho de ser uno de los principales nudos de tráfico de la ciudad. Todo pasa por la plaza hacia el centro. ¡Ah! Y sin olvidar el Bar Ideal, el más antiguo de la ciudad, que sigue en plena actividad, cerca de la Unión Alcoyana, que ocupa el antiguo edificio del Banco de Alicante. El centro de salud tiene su sitio, como el de tercera edad.

La plaza de España siempre ha sido despejada, aunque en tiempos tuvo un kiosco y una fuente en el centro. En una época albergó el mercado y más tarde, mesas y sillas de los bares y cafeterías como el Campanar o el Círculo Católico; incluso hubo tiempos en que se aparcaba. Sin embargo, mucho tiempo atrás, la «zona cero» estaba más abajo, en la plaza del Fossar, ya que el Ayuntamiento estaba en el actual Museo Arqueológico. Por eso la fachada principal de Santa María está en esa dirección. Hacia el siglo XVIII, familias de la burguesía empezaron a trasladarse «hacia arriba» hacia las «Eras de San Agustín», colindantes con el convento, que desaparecería con la desamortización de Mendizábal. Allí se ubicaría el Ayuntamiento, el claustro pasaría a ser la Plaça de Dins y las «Eras» acabarían convirtiéndose en la plaza de España, que se rodearía de casas señoriales y se configuraría como la conocemos ahora a mediados del siglo XIX, como precisa Josep Maria Segura, director del Museo Arqueológico.