Homero, nombre que se le atribuye al autor de las principales obras poético-épicas griegas, describe, en su obra cumbre La Odisea, el regreso de Ulises a su tierra -Ítaca- tras participar en la Guerra de Troya. Quizá, uno de los pasajes más interesantes de este viaje, tanto físico como espiritual del héroe, sea el encuentro con las sirenas, porque nos define de un modo inolvidable la relación del ser humano con las tentaciones.

Como narra el autor, Ulises era consciente de que el canto de las sirenas hechizaba a quien lo escuchara, obligándole a acercarse a ellas y ser devorado por estas bellas y peligrosas criaturas. Así que ordenó a todos los remeros que se taparan los oídos con cera y que a él le atarán al mástil para conocer aquel canto embriagador. Pronto cayó presa del hechizo y exigió desesperado que le soltaran, pero los marineros le ataron más fuerte.

La mayoría de nosotros pretendemos hacer lo correcto. No queremos robar ni mentir, pero todos enfrentamos tentaciones y, a veces, cedemos ante ellas. Desde la psicología psicoanalítica, la tentación va unida a la angustia y la culpa que nos provocan nuestros deseos inconscientes. Desde el enfonque conductista este asunto se aborda desde nuestra capacidad para el autocontrol, el posicionamiento y la asertividad. Diversos estudios, como los realizados en la universidad de Pensilvania por los psicólogos Angela Duckworth y Martin Seligman, sugieren que las personas con mayor autocontrol ante las tentaciones obtienen mejores promedios académicos, mayor autoestima, menos hábitos compulsivos al comer y al beber, y mejores habilidades para las relaciones interpersonales. Desde la Universidad Curtin de Australia, nos dicen que la fuerza de voluntad es ilimitada, contrariamente a lo que se pensaba durante décadas; mientras que en la revista Society for Personality and Social Psychology, se afirma que estar consciente de estas tentaciones y pensar en sus consecuencias a largo plazo podría ayudarnos a resistir el deseo de actuar de manera poco ética.

Pero regresando a la historia de Ulises, y profundizando un poco más, nos preguntamos: «En qué consistía aquel canto de las sirenas? Según ellas mismas describen, «es un canto de sabiduría», porque ellas saben «todo cuanto los argivos y troyanos urdieron en la vasta Troya [?] todo cuanto sucede sobre la tierra».

Múltiples han sido las interpretaciones de este episodio. Para algunos críticos, las sirenas reflejan el poder maligno o el hechizo capaz de apartar al hombre de su ruta, de su objetivo. Otros se preguntan ¿qué palabras tienen la fuerza de alumbrar el mundo con un destello tal que vivir a continuación se hace innecesario?