Lo nuevo del alicantino Isidro Blasco es quizás uno de sus proyectos más titánicos: «reconstruir» por medio del arte una casa gigante de tres plantas en el barrio de Brooklyn en Nueva York. Un reto en el que han participado hasta 16 artistas internacionales tratando de renovar, explotar y trabajar creativamente todos y cada uno de los espacios del inmueble.

Para ello, nada se ha librado de la mano del arte: paredes, ventanas, suelos, rincones, canales de ventilación, sótano, aseo, habitaciones, salón? todo se ha «vaciado», el edificio ha quedado completamente desnudo, para derivar en un objeto de arte, en una obra de análisis y reflexión sobre lo que significa nuestros espacios íntimos, es decir, el hogar.

«En este caso, hay una diferencia enorme con los proyectos anteriores: la casa es mucho más grande, la renovación es mucho más profunda, hemos vaciado la casa prácticamente entera para rehacerla de nuevo. Por esto los artistas han hecho cosas mucho más agresivas. Además, la casa está en el barrio de Crown Heights de Brooklyn, que es una de las zonas de rápido crecimiento y transformación de Nueva York», señala Isidro Blasco, hijo del ceramista de Mutxamel, Arcadi Blasco, quien respecto a las obras agrega que «las creaciones se pueden palpitar al instante. Es muy emocionante. Este trabajo es de alguna forma muy antiguo, sin tecnología y en contacto directo con la realidad. De alguna forma es una manera de hacer las cosas a lo antiguo en este mundo nuestro que todo es a distancia, donde se consume casi todo a través de una pantalla. Es todo lo opuesto».

Escultura, pintura, arquitectura o fotografía. No importa el medio sino el fin. Interventions 3 ocupa todo y casi cualquier disciplina donde el collage decora la parte principal junto a las escaleras; la puerta de una habitación queda agujereada, con maderas clavadas deparando figuras; y los espejos se transforman donde nada es lo que parece.

«Cada artista tiene su respuesta, como Elana Herzog que de las rajas que ha hecho en la pared salen trozos de tela como si la pared estuviera llorando restos de ropa, o Amanda Mathis que ha invertido el cuarto, poniendo la moqueta que ha arrancado del suelo en la pared y la puerta pegada en el techo, como si fuera una pesadilla de algo pasado que no se puede recordar con precisión. Pero estos artistas también han querido alejarse de los tópicos clásicos de lo que son alusiones al hogar. Y es porque son artistas con una carrera bien hecha, ya que en algunos casos están combinando esta muestra con otras en museos internacionales, y tienen un lenguaje muy marcado», señala.

Unos trabajos que, por la rapidez de su elaboración, donde apenas hay semanas o dos meses en concreto, como en esta actuación, la incógnita de las intervenciones artísticas es muy grande. «Es el riesgo de algo tan espontáneo y tan alejado de la caja blanca del museo/galería de arte», indica.

«Mi meta secreta con estos proyectos es dar pie y oportunidad a que alguien haga algo fundamental: algo como lo que hizo Gordon Matta-Clarck cuando cortó la casa por la mitad. Esta es una imagen que ha tenido una influencia enorme en varias generaciones de artistas», comenta Blasco

Más allá del propósito principal que persigue Isidro Blasco (uno de los artistas más cotizados, con obra en medio mundo y exposiciones en las galerías más reputadas), el alicantino quiere también ahondar en una idea que le carcome desde hace tiempo. Una reflexión, una obsesión que va encaminada a los continuos cambios que se están produciendo en las ciudad debido a la presión inmobiliaria. Él lo explica así: «Después de 20 años que llevo en esta ciudad, ya me conozco las diferentes zonas y he ido observando la dinámica y los cambios brutales que ha habido. Es fascinante ver estos cambios, aunque es muy duro ver cómo se desplaza a la gente sin mucho dinero. Y es que estamos metidos en esta contradicción: por una lado somos los que provocamos estos cambios en las ciudades, estos desplazamientos por la subida imparable de los precios, y por otro nos sentimos solidarios con los desplazados».

Ante su próxima parada en Sídney, Blasco no esconde su deseo de trabajar en Alicante y, muy especialmente, en el MACA: «Exponer mi obra en el MACA sería un lujo, y sí que hemos estado hablando de ello, pero con estas cosas no se sabe nunca. Hay mucha política metida por medio y muchas presiones que a mí se me escapan. La verdad es que no sé ni me entero de nada desde aquí afuera. Pero está claro que el MACA es un sitio increíble para exposiciones, precioso, y la dirección del centro es buenísima», concluye.