Llevamos casi un año sin gobierno. ¿Esto podría servir de escenario para un crimen?

Hombre, yo no soy de matar a nadie (ríe), pero un susto sí que le daría a alguno porque se lo están ganado a pulso.

Dice que Rajoy sería un buen personaje de novela negra. ¿Qué le ve?

Sí lo creo. Rajoy es sinónimo de resiliencia. Fíjate cuántas veces lo han dado por muerto y se lo han intentado cargar los suyos. Ha tenido duelos gloriosos con Esperanza Aguirre, con accidentes de helicóptero incluidos, y ahí sigue.

¿Qué ve más probable: terceras elecciones o acuerdo?

Ahora mismo lo más probable es que haya terceras elecciones, pero si hubiera en la mesa gente conocedora de la teoría de juegos habría dos combinaciones posibles, si jugaran, porque el PP se presentó a una investidura sin jugar y los otros tres participantes también pueden arriesgar. Lo que vemos es que hay gente que demuestra muy poca capacidad de juego en política, nadie intenta jugadas de riesgo.

Vuelve con su pareja de guardias civiles. ¿Es con quienes más disfruta escribiendo?

No, no. Me lo paso bomba con Bevilacqua pero también disfruto mucho haciendo marcianadas, como ensayos sobre Walter Benjamin, lo que pasa es que con esto se lo pasa bien menos gente. Pero siempre me meto en cosas es las que disfruto mucho, ahora que he conseguido dedicarme a esto.

Donde los escorpiones tiene una portada con un soldado leyendo junto a un avión. ¿No es demasiado bucólico?Donde los escorpiones

La imagen es más simbólica que otra cosa, pero en Herat (Afganistán) vi aviones de combate, drones y gente viviendo allí que tiene también horas libres y que lee. Y me encontré muchos libros míos en la biblioteca, con no pocos lectores. La novela tiene un trasfondo bélico pero no de trinchera, más bien de campamento, de la rutina de estar lejos de casa donde parece que no pasa nada.

Esta vez se ha ido a Afganistán con ellos. ¿Lo necesitaba?

La historia estaba en mi cabeza desde hace bastantes años. Debía acercarme literariamente a Afganistán, que era un tema potente y poderoso, con un montón de gente desplazada a 6.000 kilómetros de un país como España que, después de años sin intervenir fuera, de repente está en primera fila en ese escenario. Pensé que, como la Guardia Civil se encarga de las misiones policiales allí, eso podría servirme para contar algo, algo que forma parte de la realidad española, ya que han pasado varias decenas de miles de españoles por allí y han muerto cien. Es un relato de una estampa que parece lejana pero que también nos concierne. Y si no iba a Afganistán, no lo podía escribir. Cuando volví ya la tenía hecha.

Usted mantiene que lo que cuenta en esta novela negra es una realidad española.

Tengo una teoría, no sé si revolucionaria, sobre eso. Creemos que el crimen y los infractores son una realidad marginal y extraña, ajena, y yo creo que nos dicen de forma directa lo que somos. El crimen forma parte de la normalidad. La economía, por ejemplo, se compone de acciones de delincuentes, ya sean de guante blanco o de los que te parten las piernas, o qué son si no los paraísos fiscales, y esa dimensión es nuestra realidad.

¿Hay exceso de novela negra?

Es cuestión de lo que a cada uno le interese. Por mucha burbuja que haya de novela negra esta será siempre mucho más pequeña que la del fútbol. Hay 10 o 12 festivales en España y ojalá hubiese 500. Puede haber malos libros, pero como decía Cervantes, no hay libro malo que no enseñe algo. Es un fenómeno literario que genera una inflación, pero eso provoca que haya lectores y todo lo que la lectura implica.

Lo negro impregna todas las series actuales.

Sí, la novela negra estalló con el cine negro de Hollywood y ha tenido siempre una retroalimentación constante. La ficción visual y literaria tienen esa conexión y no es en absoluto escapista, sino que cala en cuestiones candentes. Hay pocos relatos de la sociedad tan actuales como The Wire.

¿Tiene ya la próxima historia de Bevilacqua y Chamorro?

Completamente, la próxima y las dos siguientes. Viene bien hacerlo con tiempo y que fermente.