Huyendo de El show de Truman en el que los mortales viven una realidad que no es la que desean ni con la que se identifican, hace quince años decidió dejar atrás su trayectoria como arquitecto técnico para disfrutar con la vida que sí quería vivir. Por eso, Javi Crespo se puso a dibujar, a diseñar y a pintar. Espacios, carteles, hoteles, publicidades, estand y hasta cine. «Los límites los pone uno mismo», asegura este alicantino que se ha encargado de la dirección de arte de la película La puerta abierta, cinta protagonizada por Carmen Machi, Terele Pávez y Asier Etxeandia que ganó el Festival de Cine de Alicante y que acaba de llegar a las carteleras.

«Mi vida es de emprendedor total, de reinventarme continuamente», afirma desde Madrid, donde está aficando desde 2008 y donde se mueve de proyecto en proyecto siempre con su moleskine en el bolsillo «para ir dibujando». «El moverme en diferentes disciplinas me ha hecho definirme como un artista multidisciplinar, como un renacentista que lo hace todo y eso es lo que hace desarrollar la creatividad a mayor velocidad».

Asegura que lo que le mueven son los retos, así que cuando en 2010 otro alicantino, Luis Soravilla, le propuso ser director de arte de su corto Adiós papá, adiós mamá, dijo que sí. Ese fue su primer contacto con el cine, «aunque no me apetece hacer solo eso porque me aburriría». Después llegó su primer largo, Sicarius, la noche y el silencio, de Javier Muñoz, a quien dijo que tenía mucha experiencia como director de arte «porque estaba muy seguro de que lo podía hacer bien». Y es que dice tener mucha seguridad en lo que hace. «Verme en esa película, con esas críticas tan buenas, entre las diez mejores cintas del año y que Fotogramas diga que hacía tiempo que no veía una película en la que el bar era un bar y el puticlub un puticlub es un orgullo».

Después llegaron más cortos y La puerta abierta, dirigida por Marina Seresesky, que está actualmente en las carteleras y «tenía menos presupuesto todavía». Tuvo que convertir la casa de una corrala madrileña en el hogar de una prostituta y su madre. «Cuando vi la corrala no había por donde coger la casa, pero después de tres semanas se pudo rodar y el ambiente lo hemos conseguido. Eso me hace sentirme orgulloso, también por trabajar con esos grandes profesionales y que te den su confianza porque a veces la dirección de arte es un trabajo que la gente no ve».

Un trabajo que consiste en recrear el guión y el ambiente de la película. «Tú defines la decoración, el ambiente, el entorno, para que la gente crea que es real lo que está viendo». En su opinión, en España «hay grandes profesionales, aunque lo difícil es hacer creíble una película con poco dinero». Además, cree que «cuando en una película hay una buena fotografía es porque detrás hay una buena dirección de arte, y también al contrario. A mí me han dicho que lo he conseguido y eso es muy satisfactorio».

Considera que «si me contratan mucho es porque les hago ganar dinero, intento hacer cosas con poco presupuesto pero con mucho impacto visual», afirma. Un ejemplo, el estand de China en Fitur, que firma desde hace varios años y que en 2014 consiguió alzarse con el premio a la mejor estructura de la feria. «Yo siempre me quejaba de Fitur porque ibas al estand de Andalucía y al de la Comunidad Valenciana y si cambiabas las fotos no había diferencia; pensé que si hacía algo de China sería algo distinto y además con presupuestos infinitamente más bajos que los nuestros».

También diseñó unas botellas de vino para Herreros Bodegas que fueron seleccionadas en el Tapas Spanish Desing for Food. Otro reto. «Cuando me hicieron la entrevista y me preguntaron si había diseñado botellas antes me pasó como en el cine, dije que sí, aunque no era verdad, pero yo tenía la idea muy clara». Y es que hacer un diseño «es un tema de investigación». Por eso, dice que se considera «un tipo creativo pero que siempre investiga para aplicar las cosas con sentido común y con lógica; creo en el menos es más y siempre me rodeo de gente que sabe trabajar en cada cosa; creo mi propio guión y después unes a un montón de técnicos que al final sabes que dan resultado».

Además tiene tiempo para diseñar carteles -ganó el del Festival de Cine de Alicante este año y fue finalista en el de la Feria de San Isidro de Madrid-, espacios en hoteles y pintar. De hecho ya ha expuesto en Nueva York o Tokyo.

«Creo en lo que hago, no tengo miedo a cagarla; me he equivocado mil veces pero para mí todo fracaso es la puerta de un gran éxito, que es muy diferente a ser fracasado. No creo en la mala suerte, todo lo que me ha pasado es consecuencia de mis actos, tanto en lo bueno como en lo malo», destaca Javi Crespo.