La Tomatina de la localidad valenciana de Buñol ha cumplido con su rito anual en el que 22.000 personas han bañado la localidad de tomate, en una edición donde la batalla se ha dirigido también contra la violencia machista y homófoba, una acción que se ha escenificado con carteles de condena que han colgado en fachadas de edificios.

Al sonido de la primera carcasa, poco antes de las 11.00 horas, seis grandes camiones cargados con 24 toneladas de tomate cada uno y otro más pequeño con 15, han empezado a llenar las calles de rojo entre los vítores y cánticos de los participantes, unos 22.000, de los que el 98 por ciento ya ocupaban el escenario de la «guerra» a las 9.00 de la mañana. El 60% de los lanzadores de tomate son extranjeros aunque en esta edición se ha notado mayor presencia de los propios vecinos de Buñol. Protegidos con gafas de buceo, algunos con disfraces de monja, de tomate, de recién casados o con kimonos, han esperado la llegada de los proyectiles al grito de «¡Buñol!» y «¡Tomate, tomate!».