Aunque el descubrimiento del planeta Próxima b, similar a la Tierra y relativamente cerca, ha revolucionado la astronomía, la posibilidad de que pueda ser habitable o de que pueda albergar vida tal como la conocemos, todavía pertenece al ámbito de la ciencia ficción y suscita numerosas incógnitas, tal como ha señalado el profesor de la Universidad de Alicante y presidente de la Asociación Universitaria de Astronomía, Astroingeo, Enrique Aparicio quien, en cualquier caso, considera que se trata de un descubrimiento importantísimo y se congratula de que en el mismo haya una importante participación de científicos españoles. «El que los españoles hayan sido tan importantes en el descubrimiento debe dar un toque de atención sobre la importancia de invertir en ciencia» ha señalado Aparicio, para quien la posibilidad de que el planeta pueda albergar vida es remota «porque está muy cerca de su estrella y la velocidad orbital es enorme».

El planeta bautizado como Próxima b, orbita a su estrella, Próxima Centauri, cada once días y tiene una temperatura que permitiría la existencia de agua líquida en superficie según sus descubridores.

Los resultados del estudio de este planeta, intensamente buscado, se publicaron ayer en la portada de Nature, en un artículo cuyos dos primeros autores son españoles: Guillem Anglada-Escudé, de la Universidad Queen Mary de Londres, y Pedro J. Amado, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA).

«Este mundo rocoso es un poco más masivo que la Tierra y es el exoplaneta más cercano a nosotros y también puede ser el planeta más cercano que pueda albergar vida fuera del Sistema Solar», afirma en una nota de prensa el Observatorio Europeo Austral (ESO), y desde cuyos telescopios los expertos han logrado identificar al planeta. Próxima Centauri, la enana roja alrededor de la que orbita el planeta, es la estrella más cercana a nuestro Sol, lo que no significa que a corto plazo se pueda visitar ya que se encuentra a 4,2 años luz (40 billones de kilómetros) y se tardaría 75.000 años en llegar con la tecnología actual tal como ha señalado la investigadora española Cristina Rodríguez, del IAA, que forma parte del equipo de trabajo que ha hallado el nuevo planeta y que considera que «estos retos tan importantes espolean la imaginación de la gente».

Por otra parte, la posibilidad de que exista vida en los planetas en torno a este tipo de estrellas es, a día de hoy, objeto de debate entre la comunidad científica internacional. Posibilidades, existen pero para verificarlas queda mucho trabajo por hacer y muchas horas de observación con instrumentos, incluso, que aún están por construir, explica Pedro J. Amado.

«Hablar de vida en el nivel de conocimiento que tenemos del planeta es ir demasiado lejos» porque, entre otras cosas, para que un planeta tenga una temperatura sobre su superficie que permita agua líquida -lo que posibilita la aparición de vida, al menos como la conocemos- se necesita una atmósfera que lo proteja y caliente».

Si el nuevo planeta tuviera atmósfera con gases que produjeran efecto invernadero «sería suficiente para calentar ese poquito más que necesitaría su superficie para que el agua estuviera en estado líquido», según Amado, quien puntualiza que también hay que demostrar, por tanto, que existe hielo en este cuerpo celeste.

«Estos son dos pasos fundamentales», aclara Amado, para quien el hallazgo de Próxima b es «súper excitante» porque el planeta está, a escalas del universo, «ahí al lado, en el rellano de nuestra casa».

Su estrella es muy fácil de alcanzar para el estudio, y para este trabajo se observó durante el primer trimestre de este año, además de usar datos públicos tomados en los últimos 16 años. Las observaciones se hicieron con el espectógrafo HARPS del telescopio de 3,6 metros de ESO en La Silla (Chile) y la estrella fue monitorizada simultáneamente con otros telescopios del mundo.

Las primeras señales de un posible planeta se vieron en 2013, pero, tal y como explicó Anglada-Escudé en una teleconferencia organizada por Nature, es ahora cuando la señal es convincente.

Los datos revelan la existencia de un planeta con al menos 1,3 veces la masa terrestre que gira en torno a Próxima Centauri cada 11,2 días a una distancia de unos 7 millones de kilómetros, según el CSIC.

Se piensa que en torno al 70% de las estrellas de nuestra galaxia son enanas rojas, como Próxima Centauri, más débiles y pequeñas que el Sol. Este tipo de estrellas presentan, además, períodos de actividad repentinos cuya señal puede confundirse con la de un planeta tal como ha señalado Cristina Rodríguez.