«A la hora de crear en animación hay que ir como el que va a cocinar una paella: La persona la hace como sabe, y si gusta que guste. Cuando se va por ahí satisfaciendo únicamente los deseos de los demás, todo el mundo opina y la paella acaba sin tener personalidad». Es una de las lecciones que dio Guillermo García, creador de la famosa serie Pocoyó, en la segunda edición de las jornadas formativas Bridging the Gap de Valencia dirigida a jóvenes talentos de la animación procedentes de todo el mundo.

La iniciativa, que ha contado con la colaboración de CulturArts y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), surge para fortalecer los proyectos de los estudiantes y transferir el conocimiento entre animadores de distintas generaciones.

El pasado viernes le tocó el turno a García, que ofreció una conferencia junto a su compañero Shamik Majumdar, director creativo de The Walt Disney Company en Londres, y que actualmente trabajan en un proyecto juntos. «No podemos competir al mismo nivel que los animadores de los demás países europeos porque no tenemos la desgravación fiscal que tienen ellos, por lo que las productoras prefieren contratar en Inglaterra o Irlanda. Si no fuera por eso, España se quedaría con el mercado de la industria de la animación, ya que tenemos talento y sueldos más bajos que en el norte de Europa» explica el creador de Pocoyó en relación a la situación que viven muchos animadores españoles cuando tratan de hacerse un hueco en el mercado.

A pesar de las dificultades financieras, el creador del personaje infantil español más famoso de los últimos años es optimista: «El nivel ha crecido muchísimo, como también el número de escuelas», asegura mientras recuerda los inicios de Pocoyó. «No nos esperábamos el éxito que tuvo, aunque éramos conscientes de la calidad del producto», afirma el animador.

Trabajos con proyección

David Colomer es uno de los 12 estudiantes que han podido acceder al curso, al que únicamente acuden los jóvenes cuyos proyectos reúnen el potencial suficiente. Este valenciano prepara una serie de animación sobre un mundo futuro donde héroes y villanos conviven en relativa harmonía, y sus «aventuras» reflejan «lo relativa que puede resultar a veces la línea que separa el bien del mal», asegura Colomer. El proyecto de Daniel Jacome, estudiante procedente de Ecuador y becado para asistir a las jornadas, es todavía más ambicioso, pues trata de narrar los hechos que sucedieron tras la conquista española Imperio Inca, así como sus consecuencias en la cultura de la nación. «No puedes plantearte el futuro si no sabes quien eres», afirma Jacome, quien ya cuenta con un equipo de trabajo en Quito y varios contactos en México y Venezuela para producir la serie para niños. Los dos alumnos son conscientes del reto que supone crear un producto cultural infantil, ya que supone fijarse una serie de límites, aunque ambos intentan «no ser demasiado moralistas».

Amanda Richardson es otra de las estudiantes internacionales del curso. Desde Londres prepara una serie de animación para adultos llamada Dancers In The Sky que relata un mundo donde «Dios está demasiado ocupado como para atender las necesidades de los mortales, y son los ángeles quienes solucionan sus problemas». Richardson asegura que el mercado de animación para adultos «es toda una oportunidad» para los jóvenes animadores en la actualidad. Aunque esta estudiante prefiere ser prudente a la hora de hablar de puestos de trabajo en el sector de la animación en Reino Unido, ya que «el Brexit puede trastocar al mercado», según Richardson.