Crestas de colores, tatuajes, rastas, piercing, dilatadores, cabezas rapadas, aroma a hierba y música punk rock. Pero no nos quedemos en eso. El Marea Rock es mucho más. Es convivencia, «buenrrollismo», reivindicación y encuentro de gente con muchas cosas en común pero también con muchas diferencias. Como todos. Un espacio que busca romper prejuicios y se convierte en punto de encuentro para compartir no solo música que se escribe con k.

El Marea Rock ha venido a Alicante para quedarse y lo hace en el recinto ferial de Rabasa en esta undécima edición y durante tres días. Las puertas se abrieron a la música a las cinco de la tarde de ayer, con Boikot como cabeza de cartel, entre otros siete grupos, y con más de 7.000 abonos vendidos y cerca de 9.000 festivaleros. Pero ya desde el martes se establecieron los primeros campistas, dando vida a esta zona con idas y venidas de jóvenes con colchonetas, sillas, bebida, comida y hielo -mucho hielo- para mitigar los más de 35 grados de temperatura. Pero eso es lo de menos.

Una zona de acampada de 40.000 metros cuadrados, que ha tenido que ampliarse en tres ocasiones desde la tarde del miércoles, de los cuales 3.500 están a la sombra con unas estructuras de toldos, a 18 euros la parcela; un recinto con capacidad para 10.000 personas; un escenario de 17 por 14 metros, el más grande que ha tenido el festival hasta el momento; 150 aseos; 40 cabinas de ducha; dos barras principales de 25 metros cada una; agua potable gratis; taquillas con llave y enchufes para cargar el móvil; un bus que cada hora va hasta el Postiguet y hasta food trucks.

Festivaleros de Bilbao, Valencia, Murcia, Barcelona, Andalucía, la provincia de Alicante y hasta un grupo de Canadá que se incorporó ayer por la noche. Todos conviven en armonía y, de paso, se hacen amigos. «Aquí somos gente de muchos sitios... pero nos conocimos ayer», asegura un grupo que ha elegido la opción sombra. «Llegamos el miércoles así que al final son cinco días de acampada, como unas vacaciones». Todos coinciden en que conocer gente «es lo mejor» y la mayoría han repetido en el Marea. «Vamos a otros festivales pero de este tipo de música». El calor se supera. Con mucho hielo -«hacemos más de dos viajes al día para comprar cubitos»- y con sprays de agua fría.

Otro grupo ha llegado desde un pueblo de Valencia. No es su primera vez. «Ahora son tres días y lo tomamos con muchas ganas, pero lo podían hacer en un sitio con árboles para que hubiera sombra».

Hoy la música empezará a sonar a media tarde con las bandas Llamando a Julia, Sensa Yuma, Konsumo Respeto, Decibelios, Kaotiko, Non Servium, Gatillazo, Skalari Rude Band y Mafalda. Para el sábado, el plato fuerte serán los italianos Talco. Y no faltan los grupos de la zona.

«Estamos muy ilusionados por hacerlo en Alicante, muchos vivimos aquí y queremos que sea bonito y dar la oportunidad de que grupos locales actúen con bandas importantes de fuera», afirma Antonio López, uno de los organizadores de este festival. «La pega es el recinto porque hemos tenido que asumir nosotros el alquiler; el ayuntamiento nos ha facilitado todo pero se echa en falta que Alicante tenga un recinto municipal para hacer festivales, de esa manera ganamos todos»

Y es que, afirma, «Alicante necesita un turismo joven, un turismo de festival, un turismo que mueva gente en verano y que no se vaya a otros sitios». Pero «el margen que nos queda de beneficio es muy justo, es la edición más costosa, 300.000 euros, la mitad para el montaje y organización, porque hay más de 200 personas trabajando, y la mitad para pagar a los grupos, cuando antes era 30/70 la proporción. Nuestra intención es quedarnos aquí; el año que viene intentaremos hacerlo mejor económicamente».

Conflictos, de momento, ninguno. «La gente piensa que en un festival así hay siempre problemas, pero hay muchos más conflictos en un partido de fútbol. Hay que quitarse prejuicios de encima», afirma Roberto Padilla, de la organización. Lleva cresta, tatuajes, piercing y es monitor de un grupo scout.