El diestro Manuel Escribano, que hace quince días sufrió en Alicante una de las cornadas más graves de la temporada, ha confesado en una entrevista con Efe que lo más duro de todo este tiempo han sido los dolores "tan espantosos" que padece, pues "jamás pensé que se podría a llegar a sufrir tanto".

"En cuanto noté el pitón dentro de mi cuerpo sentí todo el dolor que se puede llegar a sentir. Nadie que no haya pasado por algo así puede entenderlo. Fue tremendo. Desde ese primer momento sabía perfectamente que lo que llevaba no era ninguna tontería, que estaba en juego mi vida, mi pierna y mi carrera", añade el torero sevillano.

Escribano sufrió una cornada en la ingle derecha que le seccionó las venas femoral y safena interna, un percance sobrecogedor, sobre todo, por el géiser de sangre que empezó a brotar por la pierna, y también por las caras de pánico desde el callejón de la plaza de Alicante, lo que denotaba la extrema seriedad de la herida.

"Fui consciente de todo. Según me tiré de recto a matar sabía que podía echarme mano. Es lo que uno se juega cuando se quiere hacer las cosas con tanta verdad y después de haber estado tan firme y tan entregado toda la tarde. La carta del percance está en la baraja de todo torero, y, mira, a mí se salió en Alicante", dice.

No obstante, y a pesar de la extrema gravedad de la cornada, de la que los médicos llegaron a asegurar que podría haber sido mortal, Escribano asegura que "no" llegó a pasar a miedo, ni llegó a pensar tampoco que podía ser su final, porque, de lo contrario, "te derrumbarías y perderías la batalla".

"Los toreros tenemos una fuerza, una capacidad de sufrimiento, sacrificio y supervivencia que hace que nos vengamos arriba ante la adversidad y luchemos con todas nuestras fuerzas para salir adelante sea como sea", remarca el torero.

Escribano ya se encuentra desde el pasado lunes en su domicilio de Gerena (Sevilla), donde continúa con su recuperación, "machacándome todo los días tanto con las curas como con la rehabilitación posterior".

"Tengo asumido perfectamente que esto es para tiempo, pero gracias a Dios todo va dentro de la normalidad; no ha habido complicación alguna, ni vascular ni nada, pero es un proceso lento y doloroso; me siento todavía débil, con pocas fuerzas, a veces me mareo y aguanto poco la actividad", dice Escribano.

"Pero justo por eso hay que darle caña a la rehabilitación. Llevó casi una semana con sesiones de dos horas diarias, que es lo que hay que hacer para volver a ser el que era en el menor tiempo posible", reconoce.

Los doctores le han asegurado que ya se ha salvado a la persona, aunque ahora toca recuperar al torero, algo que Escribano confía en lograr gracias a la "lucha y constancia del día a día".

"Primero hay que solucionar el tema de la movilidad en la pierna y restablecer también todo lo relacionado con el riego sanguíneo; y luego toca superar los miedos y recuperar también la confianza en la cara del toro, lo que, con tiempo y paciencia, no dudo en conseguirlo", añade.

Muchos han recordado este percance de Manuel Escribano con el que padeció David Mora hace dos años en Madrid, aunque, a su juicio, "la mía es más fuerte desde el punto de vista vascular, aunque la de David le tocó nervios y eso es mucho más duro de recuperar", confiesa.

Lo que tampoco se puede evitar es rememorar aquel otro percance que sufrió Escribano en Sotillo de la Adrada (Ávila) en 2013 cuando un toro de Flor de Jara a punto estuvo de quitarle la vida tras una fuerte cornada en el abdomen.

"La diferencia fue que la de ahora en sólo un minuto ya estaba en el quirófano, y aquella tardé casi una hora, por lo que estuve a punto de desangrarme. También la de Sotillo me hizo parar en seco, me debilitó mucho física y mentalmente, quizás por ello tenga ahora más fuerzas para salir adelante", finaliza Escribano.