El diestro sevillano tuvo que ser operado una segunda vez en el hospital del Perpetuo Socorro por el doctor José María Reyes Gomis. El objetivo de esta nueva intervención ha sido favorecer el riego sanguíneo de la pierna maltrecha por la cornada, porque el torero no sentía el pie, apenas tenía movilidad y se le podían formar trombos. La cornada en la femoral produjo una abundante hemorragia que la sabiduría de los doctores pararon. Un río de sangre que si los médicos hubieran tardado en cerrar, podría haber sido mortal para el coletudo. En la primera intervención se le empalmó esa misma vena, de la que perdió 10 centímetros. El cirujano cardiovascular evitó que el torero se desangrase porque entró en la enfermería con un shock debido al bajo volumen sanguíneo. No le hizo falta una trasfusión pese a haber perdido un litro y medio de la suya propia. No obstante, permanece la preocupación por los problemas circulatorios.