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José María Reyes: «Nos debatimos entre la vida y la muerte, y eso es estresante»

«Lo que Escribano quiere es reincorporarse a su trabajo lo antes posible y no va a poder ser»

El doctor José María Reyes. javi marín

Le viene de casta. Su afición por los toros y su papel en la plaza de toros de Alicante. En 1976 entró como ayudante de su padre y después pasó a ser cirujano jefe del coso. La pasada semana, José María Reyes y su equipo salvaron la vida a Manuel Escribano.

Cuando usted tiene trabajo, mal asunto...

Pues sí. Pero una de las premisas es que quien trabaje en un equipo de una plaza de toros tiene que ser primero aficionado a los toros porque si vas a trabajar en algo que no te gusta pues difícilmente podrás hacerlo bien.

¿Cuál es su equipo?

Un anestesista, un cirujano torácico, un cirujano vascular y un cirujano general y el jefe del equipo que soy yo, más dos ATS, una volante y una secretaria. El sentido común dice que un cirujano general no puede dominar todas esas especialidades. Tenemos que abarcar lo más posible.

Su actuación en la cogida a Manuel Escribano fue fundamental. ¿Cómo se vive ese momento?

Todo depende del percance cómo sea. El de Manuel Escribano fue una urgencia vital y como tal está en juego la vida de un torero. Si nos hubiésemos retrasado cuatro o cinco minutos en su asistencia, el torero habría muerto. Eso da una idea de la importancia que tiene el estar dispuestos para poder parar esa urgencia vital. Nos debatimos entre la vida y la muerte, y eso es estresante.

¿Cuando vio la cogida, su experiencia le dijo que no tenía buena pinta?

Eso lo vio hasta el público en general, una cornada y borbotones de sangre que impregnaban el albero pues era para salir corriendo.

¿Recuerda cuál ha sido su peor día como médico de la plaza de Alicante?

Hemos tenido muchas de riesgo vital y todas esas se viven de alguna manera diferente. La cornada más traumatizante que hemos tenido en Alicante, a parte de esta, fue la del portonero que fue cogido en la puerta de caballos, con una cornada en el tórax y el pitón pasó por detrás del esternón, le rompió las dos clavículas, le provocó un neumotórax y fue de gran riesgo vital. Después ha habido otras como la de Juan José Padilla, José Mari Manzanares, Finito de Córdoba, Enrique Ponce... hemos tenido la mala suerte que hemos asistido a muchos toreros del grupo especial.

No sé si algún torero tuvo un desenlace fatal en esta plaza.

El único fue el de Minuto Chico que ocurrió en septiembre de 1911 y, claro, eran otros tiempos, no tan grave como la que de ahora pero era otra época.

¿Qué es lo peor de una cornada?

La biomecánica de una cornada tiene unas características muy especiales que la diferencian de otras heridas que consiste en que puede ocurrir muchísimas veces que una herida en piel muy pequeña haya provocado unos destrozos en abanico interiores muy grandes. La exploración quirúrgica de la cornada es obligatoria, es el aeiou de la cirugía taurina. Como la de Manuel Escribano, que prácticamente la puerta de entrada sería una herida de unos cinco centímetros, pero la lesión interior era tremenda porque arrancaba la vena safena, un trozo de la vena femoral con una pérdida de sustancia importante y una hemorragia gravísima.

¿Cómo se encuentra el torero?

Se encuentra estabilizado. Nosotros siempre, en esas circunstancias, medimos mucho las palabras porque en una cornada siempre hay que considerar dos aspectos, uno el hombre y otro el torero, porque estos son matices muy importantes. Ahora el hombre lo tenemos controlado, está bien, estabilizado, clínicamente bien, pero el torero está un poco peor. Lo que quiere es reincorporarse a su trabajo lo antes posible y no va a poder ser. Va a tener un postoperatorio largo y una rehabilitación importante.

Si tienen que elegir a un torero, se queda con...

Yo soy obligatoriamente manzanarista. Yo creo que todos los alicantinos, por mucho que nos pese, tenemos que ser del Hércules y de Manzanares.

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