La tercera de feria convirtió a Alicante en la capital mundial del toreo y epicentro del interés taurino por unas horas irrepetibles, entrando en la historia viva de Alicante y su plaza de toros.

Impresionante era el aspecto que mostraba el Coso de la Plaza de España con una entrada de «No hay billetes» con todas las de la ley, incluyendo las terrazas de los edificios colindantes, lo cual ha resultado de gran importancia en cuanto al proceso de acomodación de los espectadores en sus localidades. A pesar de que con buen criterio se abrieron las puertas de la plaza con una hora y media de adelanto -media hora más de lo que exige el Reglamento-, en el momento del comienzo los vomitorios continuaban atestados de público buscando la forma de acceder al asiento, lo cual constituyó un difícil reto para el personal de la plaza y el equipo de seguridad.

Era rotunda la devoción con la que los espectadores esperaban el momento en que se abrieran los cielos y apareciese José Tomás, su coronado rey del toreo para hacer el paseíllo y la masa humana atizada por los nervios que provocan las prisas era el caldo de cultivo idóneo para zarandeos de poca importancia y hasta alguna ocasión de oro para los carteristas. Al menos uno se fue detenido.

La tarde fue propicia para presenciar el festejo en un callejón atestado con los equipos presidencial y veterinario al completo, los toreros Dámaso González, Pepín Liria, Diego Urdiales, Miguel Tendero, Manuel Escribano y Francisco José Palazón, estos dos últimos contando las horas para vestirse de luces; el artista Miquel Barceló, que ha sido recientemente galardonado con el Premio Taurino Ciudad de Sevilla; el restaurador Lucio; el ministro José Manuel García Margallo; el exjugador de fútbol Bernd Schuster; el diseñador Francis Montesinos; el periodista Carlos Herrera; Yeyes y Ana Manzanares; la diseñadora Vicky Martín Berrocal; Nuria Gonzalez, esposa de Fernando Fernández Tapias, ambas distinguidas en la barrera con un capote de paseo y entusiastas con los pañuelos a la hora de pedir trofeos. También una legión de sesenta personas venidas desde México y que son incondicionales del diestro de Galapagar; el grupo Tauro Jove fiel a su cita de cada tarde, así como gente de todas partes y, cómo no, la Bellea del Foc y su corte de honor ocupando el palco presidencial en el que se pudo ver durante todo el festejo como la bandera abrazaba el asta, lo cual garantiza la ausencia de viento, como ausentes estuvieron las cámaras de Canal Plus Toros, en cumplimiento con las exigencias de José Tomás en materia de derechos de imagen.

Mientras Manuel Manzanares rejoneaba a su primero, la Banda de Música interpretó el popular pasodoble Mi jaca que fue jaleado por el público, pero la conexión entre toda la plaza con José Tomás resulta difícil de explicar y sólo es posible creer al comprobar cómo todo el mundo reaccionaba al unísono al menor gesto del diestro, en una comunión perfecta. Como cuando el clarinero floreó el cambio de tercio o cuando el diestro arrojó la montera al albero, cuando saltaron las voces pidiendo música o cuando lanzó la oreja al tendido impactando en la blusa de una señora y poniéndola perdida. No faltó una voz discrepante que durante la faena le gritó: ¡Colóquese!

El cariño que suscita José María Manzanares quedó de manifiesto cuando desde las andanadas del sol le deseaban ¡ánimo! ¡échale tus huevos alicantinos! ¡por tu padre! para poco a poco ir llevándolo en volandas hasta hacer crujir la plaza entera como no dejó de oírse en toda la tarde.

En el intermedio, aficionados que ocupaban las localidades altas cercanas al Tendido 5, aprovecharon para asomarse a las ventanas que dan a los corrales y admirar la preciosa corrida de Adolfo Marín, que ya está en capilla.

El espectáculo colmó con derroche lo que habían soñado los aficionados desde que compraron su abono y los que adquirieron por la mañana las últimas entradas tras 24 horas de cola. Seguro que dan por bueno el tiempo empleado.

Feliz jornada de reflexión.