J.J. (Jeffrey Jacob) Abrams, el chico de oro de Hollywood, cumple 50 años mañana confirmado como uno de los nombres más poderosos de la industria, capaz de revitalizar franquicias multimillonarias y de fabricar series televisivas de culto con sello propio.

La guinda al pastel la puso en diciembre pasado con el estreno de Star Wars: El despertar de la fuerza, la tercera película de mayor recaudación en la historia, con 2.068 millones de dólares en todo el mundo.

«No hay nada como Star Wars. No hay nada más grande que Star Wars, pero hay historias más originales, emotivas e impactantes», dijo el cineasta poco antes del estreno de 10 Cloverfield Lane, su último trabajo como productor.

Fue Steven Spielberg quien sugirió el nombre de Abrams a Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, para dirigir la séptima entrega de la saga galáctica.

Abrams, muy interesado, sabía que debía convencer a su mujer, Katie, que no tenía tan claro si su marido debía tomar las riendas de otra saga tras haber trabajado previamente en Misión Imposible y Star Trek.

Spielberg, sin embargo, necesitó únicamente una cena en Giorgio (un restaurante de Santa Mónica) para convencerla de que Abrams era el hombre adecuado.

«En cuanto lo comenté, ella se giró y dijo que sería fantástico, así que salí del restaurante, llamé a Kathleen y le dije: ¿Cuándo nos reunimos con J.J.? Y así es como comenzó todo», explicó recientemente «el rey Midas» de Hollywood en las páginas de The Hollywood Reporter.

Para entonces, Abrams, considerado por muchos como el gran heredero de Spielberg, ya se había labrado una brillante carrera que comenzó como guionista de obras como Regarding Henry (1991) -donde nació su amistad con Harrison Ford, clave para que el actor retomara su papel de Han Solo en Star Wars-, Forever Young (1992) y Armageddon (1998).

De ahí dio el paso a la televisión como creador (o cocreador) de formatos como el drama Felicity y, especialmente, las vanguardistas y rompedoras Alias, Lost y Fringe, que le depararon millones de seguidores en todo el mundo.

Su debut tras las cámaras, ya con control absoluto sobre las producciones, llegaría de la mano de Tom Cruise con Misión Imposible III (2006), a la que luego seguirían Star Trek (2009), Super 8 (2011), Star Trek: En la oscuridad (2013) y, finalmente, Star Wars.