¿Preferiría un apellido más discreto?

Sí. Llamarse Cela tiene inconvenientes y ventajas, que son los mismos. Te abre puertas, pero te da una historia que no controlas porque la construyó otra persona. Me ha obligado a trabajar el doble.

¿Ha leído toda la obra de Cela?

No quiero leerla toda, me rebelé porque me asustaba la sobresaturación. He disfrutado del Pascual Duarte, La Colmena o La Alcarria, pero empecé Cristo versus Arizona y no pude continuarla, aunque entiendo su valor como literatura experimental.

¿Por qué no conoció a su abuelo el del Nobel?

Eso se lo tendrías que preguntar a él. Hubiera preferido conocer al Cela joven, daría un brazo por haber compartido sus tiempos con Barral, Miró o Picasso.

Se negó usted a asistir al funeral de Cela.

Cuando tenía 13 años, me dicen que mi abuelo ha fallecido y que si quería ir al entierro. Era verlo muerto, yo nunca había visto a una persona muerta y no quería que mi recuerdo fuera el de un cadáver.

¿Qué aprendió de Charo Conde?

Todo, un saber estar que no he vuelto a ver en nadie. Anteponía la comodidad de los demás a sus propios sentimientos. Fue abuela y abuelo a la vez, siempre me hablaba en positivo de Cela.

¿Hubiera reaccionado usted como Charo Conde a la marcha de Cela?

Me siento incapaz de ser tan elegante. Soy más vehemente que mi abuela, pero tampoco ella era la persona tímida que mucha gente me describe.

Su abuela se quedó sin Nobel.

El feo del Nobel no es personal, mi abuela sufrió un menosprecio profesional como editora y correctora de la obra del premiado. Estoy convencida de que Cela no hubiera escrito igual sin ella.

Algún día será marquesa de Iria Flavia.

Mi padre tenía la obligación moral de reclamar el título, pero es algo tan medieval que no sería coherente con mis ideas. Ahora mismo tengo claro que no veo sentido a aceptar el marquesado de Iria Flavia, conseguido por los méritos de mi abuelo en un lugar que solo he visitado en una ocasión.

Sin embargo, ha decidido consagrarse a la memoria de su abuelo.

Me dedico entre otras cosas a la memoria de mi abuelo, porque me siento responsable de recuperar aspectos desconocidos. Se ha conseguido una repercusión mediática muy grande del centenario. Yo no estoy especializada en literatura sino en gestión cultural, pero el trabajo de Cela como gestor fue muy potente.

Se expresa con la seguridad de su abuelo.

A mí no me da esa impresión. Todo el mundo veía a mi abuelo como muy seguro, pero creo por el contrario que los ogros esconden una gran inseguridad que no tiene sentido camuflar.