Actúa mañana con Fabio Miano al piano en Alicante...

Fabio es un viejo compañero de camino de mil batallas y me entiendo muy bien con él. Hablamos el mismo lenguaje y tenemos un repertorio mezcla de temas originales y nuestros propios que está muy rodado, aunque también arreglos nuevos. Estilísticamente está enraizado en la tradición del jazz pero también abogamos por tomarnos libertades y por hacerlo más vanguardista.

Comienza el calor y proliferan los festivales de jazz. ¿Han servido estos ciclos para resituar al jazz en el mundo de la música?

Yo creo que poco a poco, en los últimos 30 años ha ido creciendo el jazz en todos los sentidos, no solo de público y festivales sino de conciertos, escuelas y alumnos. Ahora hay un nivel de músicos españoles de jazz espectacular y eso es buenísimo para todos.

¿Hay muchas escuelas en España dedicadas a esta música?

No está mal la cosa. De no haber ninguna hace 35 años ahora en cada conservatorio hay una parte de jazz. En Barcelona hay tres escuelas superiores, en Madrid están a punto de abrirla y en Valencia está la Berklee.

Usted ha navegado en el funk, el hip hop y también con mucho acierto el flamenco, con discos en los que ha colaborado con Enrique Morente y Miguel Poveda. ¿La fusión no tiene límites?

No sé. Yo hago lo que me pide el cuerpo, no tengo nada preconcebido y me encanta el jazz tradicional. Como decía Duke Ellington, no hay estilos de música hay buena y mala música. Hay fusiones bien entendidas y otras no. El jazz es un lenguaje universal que nos da alas para abarcar otros estilos con cierta solvencia.

Hablando de flamenco, ¿qué le ha aportado en su forma de hacer música?

El flamenco es una música increíblemente profunda y tenemos la suerte de que forme parte de nuestra cultura y nuestra tradición. Tiene un amplio aspecto de libertad que le hermana mucho con el jazz. La mezcla de jazz y flamenco todavía tiene mucho que decir, estoy convencido de ello y tiene un público cada vez mayor, es fabuloso.

Está considerado uno de los mejores jazzistas españoles y ha actuado con muchos de los mejores también a nivel internacional. ¿Ha cambiado mucho el jazz en estos últimos años?

Va cambiando, pero quizá lo que caracterizaba un poco al jazz del siglo XX, o por lo menos hasta tres cuartos del siglo XX, era que se movía un poco por iconos, con personajes carismáticos que tiraban del carro y creaban un estilo. Creo que esto ha cambiado ligeramente. Ahora no hay tantos iconos, pero tiene que ver con la universalización del jazz que antes estaba concentrado en EE UU y ahora está esparcido por todo el mundo. Esto cambia un poco la perspectiva. Y yo creo que es para bien. Los muy puristas dicen que el jazz ha muerto, pero yo creo que no, que goza de buena salud y hay músicos enormes que tienen cosas que decir.

Un poco igual que el flamenco con los puristas.

Yo no puedo hablar del flamenco, pero el jazz creo que ha vivido desde el principio un afán de renovación y mezcla con otras música. Entonces la gente que lo encorseta en estilos de los 50 y60 es infiel sin quererlo a la raíz de esta música. Una de las características de los grandes del jazz es la inquietud.

¿En qué trabaja ahora?

Mi último disco de Big Band ha salido hace un par de meses, he acabado de mezclar ahora un disco muy hard bop que he hecho con Joe Magnareli y estoy preparando dos o tres proyectos más. Ahora hay menos conciertos y se paga menos, pero no vamos a perder la creatividad y ganas de hacer cosas. No perdamos la esencia de la que hablábamos.