El coleccionismo es un arte que eleva a categoría cultural toda variedad de objetos como sellos, libros, monedas, muebles... de tal modo que cualquier pieza adquiere valor y se revaloriza rápidamente aunque, si a lo clásico y antiguo se suma el componente nostálgico, obtendremos la fórmula perfecta.

El coleccionismo es, en otras palabras, una sensación placentera que aflora cuando nos encontramos ante las seductoras líneas de un DMC Delorean que nos trasladan a los anhelados 80 con la saga de Regreso al futuro; o bien cuando disfrutamos de la belleza de un Cadillac Serie 62 Pink de 1956 que conducía el mismo Elvis Presley; o incluso cuando nos quedamos atónitos ante un Lincoln K Dual Cowl Phaeton de 1933, el preferido por altos políticos y banqueros en los alocados años 30...

Son sensaciones, decíamos, que se viven en primera persona cuando vemos por delante la brillante colección del alicantino Julio Rodríguez, hijo del fundador de Juguetes Feber, quien adquiere estos automóviles en Estados Unidos para más tarde someterlos a un proceso de restauración y recuperación desde su fábrica en Ibi. Una maravilla difícil de creer.

Este milagroso proceso se origina cuando el fundador de Feber, José Manuel Rodríguez, se instala en Miami en su jubilación. Y llevado entonces por su pasión por los coches frecuenta subastas y ventas de segunda mano, mercadillos y agentes, hasta hacerse con una primera flota que fue el inicio de la empresa JJdeluxecars (hoy ubicada en Ibi) y que ahora gestiona su hijo Julio Rodríguez con una impresionante colección de más de 250 vehículos con aires clásicos y verdaderos tesoros que, en algunos casos, alcanzan los 200.000 euros.

«Mi padre siempre ha sido un aficionado a los coches. Y ya con la marca Feber, imagínate, se hacía todo tipo de juguetes de coches. Siempre se interesó por el sector, y de hecho tenía su propia colección a nivel personal. Y, bueno, aunque se trata de otro tipo de "juguetes", los coches han estado ahí siempre», apunta el alicantino Julio Rodríguez respecto a este trabajo que sigue un proceso idéntico: compra del vehículo en Estados Unidos, viaje en contenedor hasta España, papeleo y homologación (visto bueno de la ITV), vuelta a Ibi, y puesta a punto del coche con restauración (la mayoría de estos coches se adquieren con numerosos desperfectos, por lo que es muy laborioso su «reconstrucción»). Y, finalmente, puesta a la venta o alquiler (o nada de eso, y solo colección) en su impresionante galería con sello de la arquitecta alicantina Paula Vilaplana del estudio Fru*Fru.

«Antes residíamos muchos meses en Estados Unidos para las operaciones, aunque eso ha cambiado. Disponemos de muchos agentes allí, quienes nos ponen al tanto de las subastas, y buscamos además por internet ya que hay un grandísimo número de webs especializadas en estos vehículos. Son webs que te cuentan absolutamente todo, incluidos detalles como si le falta una pieza, estado del motor y demás... lo miramos todo bien, muy bien, antes de traer los coches a España», explica.

La mano de obra especializada en el taller es una de las claves porque no todos se atreven con coches de casi 100 años a los que, en muchos casos, toca montar desde el principio. Una labor al más puro estilo House of Cars, el conocido programa de Discovery Chanel, cuyo presentador José Vicente Díez, es asiduo y colaborador de la empresa alicantina. «Es un amigo, y nos ayuda muchísimo y cuando puede, porque va muy liado con el programa», apunta Rodríguez.

De todos los colores

Pontiac, Cadillac, Chevrolet, Ford, Lincoln, Packard, Oldsmobile, Buick, Zimmer o Chrysler... los vehículos norteamericanos son sin duda los más espectaculares; y, en cambio, los europeos parecen más discretos y prácticos. Pero sobre todo el brillo de sus colores te congelan la mirada, captan tu atención, y esa seducción es precisamente el gancho para sus apariciones en cine y televisión. ¿La más sonada? Con Ridley Scott y El Consejero, con el que se utilizaron hasta ocho vehículos combinando lujo con joyas de algunas décadas atrás: Chevrolet Camaro del 2011; un Ford Mustang GT del 2010; un Lexus CAbrio del 2010; y un Alfa Romeo Spider de 1970. «Somos proveedores habituales para productoras españolas y extranjeras durante sus filmaciones en España», agrega Julio Rodríguez.

Algunos ejemplos

Buick Skylark: Por 180.000 euros usted puede hacerse con un Buick Skylark de 1954, que está caracterizado por su línea baja y redondeada, con un frontal largo y prominente. Su prototipo base hay que buscarlo en el exitoso modelo de 1942, que se produjo solo durante unos meses debido a la II Guerra Mundial. El Buick se distingue por los «dientes» cromados por su parrilla, y a partir de 1949 por unos pequeños orificios sobre el guardabarros delantero.

Lincoln: Por algo más de 200.000 está a la venta un Lincoln K Dual Cowl Phaeton de 1933, que entonces costaba 4.400 dólares, 10 veces más que un modelo de Ford. Se fabricaron hasta 1942, y a su fin, se fabricó una unidad exclusiva que se bautizó con el nombre de Sunshine Special para el presidente Rooselvelt. Otras apariciones estelares de este vehículo fueron en la serie para televisión Los intocables, en su versión sedán, y en la versión convertible, aparece en Historias de Philadelphia, con Cary Grant, James Stewart y Katharine Hepburn.

Cadillac Pink: Elvis Presley siempre será recordado por su música pero, también, por su gusto por los automóviles y muy especialmente por la marca Cadillac, de los que compró más de 100 a lo largo de su vida. De hecho, situado en un antiguo centro comercial sobre el Elvis Presley Boulevard, junto a la imponente fachada de la mansión Graceland, en la ciudad de Memphis, se encuentra el The Elvis Presley Car Museum que acoge varias decenas de coches. Eran los maravillosos años 50, el sueño americano, y la radio sonaba por todo lo alto en un Cadillac Pink de 1956.

Delorean: ¿Quién no recuerda la máquina del tiempo en Regreso al futuro? El Delorean es un automóvil deportivo fabricado por Delorean Motor Company entre 1981 y 1982, y se caracteriza por sus puertas de ala de gaviota y su carrocería metálica de acero inoxidable sin pintura.

Tras su aparición en la conocida película se convirtió en un objeto de culto muy difícil de encontrar.