Ni en las hechuras musicales, a medias flamencas, a medias soul y jazz, ni en el tono chocolate de sus largos brazos desnudos, puede negar Amparo Velasco que ella es La Negra, quien, plenamente consciente de la paradoja, regresa al mercado discográfico con un álbum llamado Colores. Año y medio le ha costado a esta artista alicantina residente en Córdoba preparar este trabajo, ya en la calle, en el que abre aún más su abanico estilístico y temático para vestir por ejemplo algunas composiciones de Federico García Lorca, un poeta «muy flamenco, visceral, misterioso y a la vez real», cuya escritura le resulta fácil adaptar a su voz.

Achaca a su agenda la falta del tiempo necesario para haber lanzado antes una continuación de su disco previo, La que nunca (2012), del que repite la compañía de Juan Fernández El Panky como productor, compositor y guitarrista. Aquel álbum conceptual, que a su vez sucedía a La Negra (2006, su debut de la mano de Javier Limón), retrataba el viaje de un emigrante en busca de mejor vida, para terminar descubriendo que esta se encontraba en la raíz.

Como unido aún por el mismo cordón umbilical, alumbró Parar, primera canción del nuevo disco, en el que clama que se dejen de alimentar desastres como el de Siria y su consiguiente crisis de refugiados, un mensaje suficientemente importante como para escoger el corte también de primer sencillo. «Estamos en una época de puro conflicto. Quería colaborar y poner mi granito de arena a la causa, que el mensaje llegara al menos a mi público», explica la artista, que opina que no estaría de más cantárselo «cerquita» al presidente de EE UU, Barack Obama, en su próxima visita a España.

La amplitud de Colores va más allá y abarca piezas sentimentales como Seré («Seré como lluvia para el campo / Seré como fuego que calienta tu casa»), o Corazón nuevo, la que más le estremece del nuevo repertorio y que está construida sobre una composición de Lorca. «Siento muy identificada mi voz con su forma de escribir, porque es muy flamenco, pero mucho», opina la artista, que defiende que este disco «podría sonar en un tablao», ya que de allí viene ella.

Al granadino también pertenece Concierto interrumpido, que por ejemplo derivó musicalmente hacia el tango, siguiendo la premisa de trabajar este disco «desnudos, a guitarra y voz».