El actor Dwayne Johnson, más conocido como La Roca, confiesa que, en el pasado, se sentía «decepcionado» consigo mismo y siempre buscaba conseguir «más y más», algo similar a lo que le ocurre a Bob Stone, su personaje en Un espía y medio, su nueva comedia de acción.

Pese a que por el género al que se adscribe podría parecer que este filme, en los cines el 8 de julio, carece de mensaje, para Johnson (California, Estados Unidos, 1972) es eso lo que destaca de Un espía y medio, dirigida por Rawson Marshall Thurber.

«Hay un gran mensaje contra el acoso escolar, que es una cuestión muy importante que afecta a niños de todo el mundo y todas las culturas», afirma el actor, en Madrid estos días junto al resto del equipo para promocionar esta nueva cinta.

En Un espía y medio, La Roca encarna a Bob Stone, un empollón obeso que era el hazmerreír del instituto y que, dos décadas después, se ha convertido en un musculoso agente de la CIA, de actitud pueril y aún afectado por el acoso sufrido en la adolescencia.

«Me siento identificado con Bob porque siento que, muy frecuentemente, afronto la vida como un niño grande y solo busco divertirme y hacer reír a la gente», afirma Johnson, que además de ser uno de los actores mejor pagados de Hollywood es culturista y luchador profesional.

En la película, su personaje investiga un caso súper secreto en el que involucra, antes de que él se de cuenta, a Calvin (Kevin Hart), su único amigo, que en su día fue el rey del instituto y ahora es un aburrido contable que añora sus días de gloria.

La amistad de los protagonistas ha pasado de la pantalla a la vida real, y es que el proceso de rodaje y postproducción del filme ha forjado una «increíble» relación entre La Roca y Hart.

«Tenemos una química natural que notamos nosotros en el día a día y los fans cuando nos ven en la pantalla», cuenta Johnson, que ya está trabajando en la octava entrega de Fast and Furious, junto a Vin Diesel, prevista para 2017.

Hart también ha confesado habérselo pasado especialmente bien en una escena en la que Johnson le pega una bofetada: «Nos reíamos sin parar porque nos resultaba imposible mantener la cara seria», rememora, divertido.