Al escritor sueco Jonas Jonasson, que saltó a la fama con su primera novela, El abuelo que saltó por la ventana y se largó, le dicen a veces que sus personajes, envueltos en su humor surrealista, son exagerados y no reales, pero, asegura, personas como ellos existen en su entorno y él las colecciona. Jonasson, que ha vendido seis millones de ejemplares de su primera novela, publicada en 2009, firma hoy en la Feria del Libro de Madrid los tres libros que ha publicado hasta el momento. El último es El matón que soñaba con un lugar en el paraíso, editado por Salamandra, del que el autor asegura haber aprendido algo: «Hay muy pocas ocasiones en las que no eres responsable de lo que ocurre». La novela está protagonizada por un curioso trío, encabezado por Johan «Asesino» Andersson, un exconvicto alcoholizado con tres largas condenas por homicidios; una pastora protestante que no cree en Dios y un apocado recepcionista de un antiguo burdel reconvertido en un hotel de una estrella. Los tres urden un negocio poco recomendable para salir de la miseria, pero todo se tuerce cuando Asesino descubre el amor de Jesucristo.

De los tres personajes, indica Jonasson, hay dos en el mismo lado de la balanza, el recepcionista y la pastora protestante, dos personajes «terribles porque se consideran víctimas de las circunstancias y nunca responsables de sus actos».

Una postura muy cómoda, culpar a los demás y a las circunstancias de las acciones de uno, señala el autor, que asegura que, por el contrario, Asesino es realmente una víctima de su historia, de su propio pasado, pero él no se siente como tal y se hace responsable de sus actos. El no responsabilizarse de las cosas es algo muy común y muy grave cuando procede de un gobernante que culpa a otro pueblo o país de sus males, indica Jonasson, que advierte de que «las últimas consecuencias llegan cuando es un pueblo entero, y ya no solo su gobierno, es el que no se siente responsable de lo que hace en contra de otro».