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Manzanares abre la puerta grande en Madrid

Una faena histórica, fundamentada en un soberbio toreo al natural, sitúa en lo más alto al alicantino

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Manzanares triunfa en Madrid

La Corrida de Beneficencia celebrada ayer por la tarde en la madrileña plaza de Las Ventas venía encuadrada en la última semana del ciclo isidril, en mitad de los festejos considerados como «toristas» y, en ella, tenía José María Manzanares su única comparecencia en la feria, con la presidencia honorífica del rey emérito Juan Carlos I y considerada la corrida más importante de la temporada. En la plaza de toros no cabía un alfiler.

Apenas pudo Manzanares saludar de capa a su flojo primero, que manseó en varas. Brindó al Rey y comenzó la faena por abajo, intentando hilvanar el toreo al natural saliéndose del tercio.

Las mermadas condiciones del toro tampoco le permitieron torear en redondo por más que intentó buscarle las vueltas por ambos pitones. Su contundencia con la espada le valió para revalidar el respeto del público.

Los derroteros por los que iba discurriendo el festejo no eran muy halagüeños, aunque de salida gustaron las buenas hechuras del segundo de su lote -Dalia, nº 56 de 580 kilos de peso- al que toreó con suavidad y temple a la verónica, metiendo los riñones, toreando con todo su cuerpo y rematando el saludo con una media antológica, quitándolo del caballo con hondas y ceñidas chicuelinas que resultaron muy jaleadas por el público.

Con la muleta lo sacó a los medios sometiéndolo por abajo, subiendo de modo paulatino la intensidad la faena, casi de modo inesperado, con un magnífico toreo al natural, puro e inspiradísimo, de filigrana, calando por completo en los tendidos, toreando con un profundo sentimiento y haciendo crujir la plaza más importante del mundo.

El broche a su extraordinaria actuación fue la estocada en la suerte de recibir, marcando perfectamente los tiempos, y convirtiendo los tendidos en un manicomio donde se pedían los máximos trofeos como pocas veces se recuerda. Dos orejas de ley para abrir de par en par la puerta grande de Las Ventas.

Inició la terna de la corrida de ayer por la tarde el diestro Sebastián Castella, silenciado en su primero y despedido con aplausos, completando el cartel López Simón, que fue premiado con las dos orejas de su primero en medio de un desbarajuste.

Los toros de Victoriano del Río y Cortés fueron diversos de presentación y juego desigual, destacando tercero y quinto.

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