El diestro alicantino José María Manzanares, uno de los grandes triunfadores de la corrida de la Beneficencia, celebrada ayer en Las Ventas, manifestó la felicidad que supone abrir la Puerta Grande de la primera plaza del mundo momentos antes de ser aupados ambos a hombros.

«Esto es increíble. Ahora mismo estoy muy emocionado por la cantidad de recuerdos que me vienen a la cabeza. Ha sido también un gran toro, lo he marcado enseguida en los capotes, y con muchísima calidad en la muleta. Sin duda, una faena inolvidable con un toro también inolvidable», reconocía Manzanares.

«Pienso que ha sido una tarde histórica, de las que hacen afición, yo, al menos, me he encontrado muy a gusto con todo lo que conlleva venir siempre a Madrid y eso que mi primero ha sido también imposible. Pero las sensaciones no pueden ser más positivas, estoy tremendamente feliz», concluía el alicantino justo antes de salir a hombros.

Por su parte, López Simón no se quedaba a la zaga en cuanto a emociones y sensaciones vividas, y, sobre todo, después de «tanta presión conmigo mismo por alcanzar la meta de la Puerta Grande».

«Llevaba varios días que la cabeza me iba explotar. Sabía que tenía que llegar, necesitaba cumplir en Madrid, la plaza que me lo ha dado todo, y no podía irme de vacío en esta feria. Desde el año pasado no he parado de soñar con una tarde como la de hoy, la cual quiero dedicar a mi abuelo, que está muy malito, y que ojalá se haya enterado de lo que hoy ha logrado su nieto», manifestaba López Simón.

Por último, Castella se lamentaba de su mala suerte con la espada, como único motivo para no haber logrado la meta de sus compañeros.

«Ha sido una pena porque el toro ha sido de los mejores que he toreado en Madrid, pero la espada me ha quitado la gloria. El primero, en cambio, no ha sido franco, y eso que lo hemos picado poco para que durase, y ni así. Una pena», decía finalmente el francés.