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Josep Vicent: «El ADDA tiene que abrir las puertas a la diversidad de estilos»

«Cuando vine hace un año me quedé absolutamente enamorado de la acústica», revela

Josep Vicent, en el interior del auditorio alicantino. héctor fuentes

¿Conocía el ADDA?

Sí, tuve la suerte de estar en la programación sinfónica hace un año, vine con un proyecto internacional a dirigir Romeo y Julieta con The World Orchestra y la soprano Ángeles Blancas y me quedé absolutamente enamorado de la acústica. Pensé que esto pertenecía a los grandes auditorios del mundo y me quedé enamorado del sitio, no me esperaba tanto. La acústica ayuda a las orquestas a ponerlas en un plano absolutamente superior porque hace que el sonido viaje fácil y convierte un buen concierto en una experiencia emocional. Es la materia prima de un auditorio.

Pero eso debería primar en todos los auditorios.

Debería, pero en la gran mayoría no, porque se han construido con otros intereses o ha primado la espectacularidad y la acústica no se ha puesto en primer plano porque no se ve. Este edificio cumple la primera norma de la gran arquitectura: su funcionalidad, que en un auditorio es su acústica. Eso ha sido uno de los grandes factores que hicieron que me planteara en serio la posibilidad del ADDA, me ayudó mucho haber tocado aquí, porque además soy alicantino y llevo desde los 17 años fuera y hablar ahora desde aquí es un lujo, me siento privilegiado.

Su nombre sonó para este puesto hace meses, antes de que se convocara un concurso público, del que salió seleccionado.

Yo hubiera preferido que no sonara mi nombre antes, pero soy una persona bastante mediática desde hace unos años y mi nombre suena en mil sitios, también sonó para el Palau de Les Arts y yo nunca hablé con nadie, y sigue sonando porque, por suerte, yo me dedico a esto. Este cargo era de libre designación y me alegro de que al final no haya sido así y que haya habido un proceso abierto con jurado, que tiene que asumir lo que ha elegido y está bastante claro. Es una pena que estos procesos sean polémicos, pero también digo que donde no hay interés no hay polémica. Yo aplaudo el interés por el ADDA y siento que no pueda haber más gente trabajando aquí, pero todo el que venga con ilusiones que beneficien a Alicante no tendrá nunca las puertas cerradas.

El ADDA lleva cinco años con una programación sinfónica de calidad y sin director...

Como los gobiernos sin presidente... (ríe)

Habrá quien piense que no hace falta. ¿Por qué es necesario?

Creo que las cosas que se han visto se han hecho bien pero han sido muy limitadas, dentro del calendario y de las posibilidades de un auditorio. Se han ofrecido determinados conciertos -fantásticos, imprescindibles y de calidad, que tienen que seguir estando- pero el año tiene 365 días y aquí hace falta una gestión continuada para que todas las posibilidades del auditorio puedan explotar hacia la sociedad. Quiero que se mantenga esa programación de calidad de orquestas internacionales, que está demostrado que tiene público, pero no creo que la realidad de un espacio público sea solo traer y comprar actividades, sino que el auditorio acabe generando una personalidad propia, que todo lo que pase por él tenga una filosofía especial; quiero trabajar el alma creativa del ADDA y eso no se limita a diez conciertos al año; quiero abrir el ADDA a los jóvenes, que esto sea un espacio creativo donde la gente tenga oportunidad de construir sus sueños sonoros. Y, desde ya, quiero que se abra a los colegios para poder empezar a enseñar esto a los chavales.

La fundación destacó que su propuesta se ajustaba al presupuesto del auditorio y transmitía «entusiasmo»...

No es que se adapte a un presupuesto concreto, sino a un proyecto filosófico sobre el espacio, que habla de los diferentes ámbitos que hay que tocar: por ejemplo, cómo se relaciona la música sinfónica, que sigue siendo el alma de este espacio, con las diferentes músicas del mundo; qué papel juegan las orquestas y la elaboración propia, la nueva música, la música popular que nos define como valencianos en el mundo... El equilibrio de todo eso y construir esa unidad es lo que define mi proyecto.

¿No primará la música clásica sobre el resto?

Yo creo que este auditorio tiene la obligación de abrir las puertas a la diversidad de estilos, pero también creo que ahora tenemos una presencia sólida en la música sinfónica y la va a seguir teniendo, pero en equilibrio con lo demás. La palabra armonía en la música sirve muy bien para definir ese equilibrio que me gustaría encontrar.

¿El Festival de Jazz se celebrará este verano?

El festival hay que mantenerlo, pero ahora este espacio se tiene que convertir en un espacio de producción, en un sitio con capacidad para poner en pie ilusiones sonoras. Y va a haber jazz, flamenco, músicas del mundo, clásica y música con carácter pedagógico. El Festival de Jazz tiene que seguir, en relación a este año no quiero que haya decisiones unilaterales, y cómo se va a definir este año o el que viene no te lo puedo decir ahora, pero que va a estar presente, sin ninguna duda.

¿Pero habrá festival?

Habrá festival de jazz en un marco mayor. Lo que pasará este verano, durante el mes de julio y la mitad de agosto, es que el jazz será parte de un todo. El ADDA va a tener una fiesta sonora del verano, un festival donde una parte será jazz, pero también habrá flamenco y músicas íntimas con grupos de cámara que estamos reajustando

¿Lo está organizando ahora?

Estaba en cierto modo previsto, pero ahora lo que estamos haciendo es cerrarlo del todo. Y en ese todo del ADDA en verano una parte es el festival de jazz, porque también Alicante ha demostrado que ama esa programación. No desaparece.

Para poder desarrollar su proyecto creativo, ¿es necesario tener una orquesta?

Es mejor, porque una entidad propia te permite trabajar alrededor de ella, pero imprescindible no es, a día de hoy no la tenemos, y eso no se hace de un día para otro, tarda tiempo. Se trata de gestionar nuestra realidad con alma creativa y que esto no se convierta en un intercambio de «yo te pago y tu tocas», sino de que esté al servicio de nuestros sueños creativos. No es imprescindible, sería fantástico tenerla, pero no es algo de lo que se pueda hablar a corto plazo.

¿Abrirá el auditorio a otras orquestas? ¿qué relación habrá con la Orquesta de Jóvenes de la Provincia de Alicante?

Lo que hago estos días es impregnarme de lo que pasa en Alicante y en el ADDA, y necesito tiempo porque he firmado el contrato hace dos días. Estoy encantado de las orquestas que hay aquí, creo que las orquestas jóvenes son el alma del futuro, y los proyectos educativos, aún más.

¿Ha tomado algún modelo de referencia para el auditorio?

Yo llevo en esto desde los 16 y tengo 45 años y he vivido muchas realidades, son muchos los sitios que me han impregnado, pero ahora hay que hacer encajar el sueño a nuestra realidad. Yo creo en la juventud, en la diversidad, en la calidad, en el compromiso, en la ilusión y en la capacidad que tiene el sonido para curar y emocionar. La suma de todo eso es lo que define lo que hago.

Usted tiene una carrera prolífica como director de orquesta. ¿Compaginará su puesto con su carrera?

No hay ningún conflicto en eso. Una cosa es lo que construyes para un espacio como este y otra es que yo siga dando conciertos. Obviamente, habrá que tener en cuanta las agendas de unos y otros, pero es muy importante que yo siga dando conciertos para que mi gestión aquí no sea solo político-cultural, sino creativa, como hace Plácido Domingo en la Ópera de Los Ángeles. Lo que no puedes decirle a Plácido Domingo es que no cante, porque si no canta, su gestión se marchita.

Ha trabajado con La Fura dels Baus este año.

Sí, ojalá viniera La Fura dels Baus aquí, siendo un proyecto grande, polémico y moderno. Creo que el ADDA no ha terminado de explotar sus posibilidades escénico-musicales.

Pero aquí, por ejemplo, ópera no se puede hacer, ¿o sí?

Bueno, un momento. La ópera, igual que la realidad política actual, no se puede mirar con el prisma de hace cien años. El concepto de la ópera cabe igual en esta mesa o en el Teatro Real de Madrid. Cabe la ópera en la realidad muscular del ADDA, sin ser un teatro italiano clásico. Mirado con apertura de miras y deseos, tiene unas posibilidades infinitas.

¿La imagen de un auditorio sigue asociada a la música clásica y a gente mayor?

Eso ya no es verdad. Lo que pasa en el mundo hoy es que ha habido un salto generacional y hay un pequeño sector, quizá el de mi generación, que no está tan presente en los auditorios. Pero la gente mayor está igual de presente que la muy joven. Un auditorio es un espacio sonoro que podemos usar y repensar en muchas direcciones y el futuro pasa por las nuevas generaciones. El auditorio tiene que dedicarse a la música y a todo lo que se relaciona con ella.

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