La actriz y directora de cine Jodie Foster presentó ayer en España su última película, Money Monster, un thriller «vibrante y divertido que, a la vez, te hace pensar», señaló ayer, convencida del poder del cine para provocar «cambios sociológicos». «Sí, claro que las películas pueden cambiar nuestras vidas y ayudarnos a vivir conforme a nuestras expectativas y las ideas que tenemos; es muchas veces una inspiración, un estímulo, para provocar cambios sociológicos», afirmó la directora californiana.

Y ese «es además el mensaje de esta película», añade la estrella, que visita Madrid con motivo del estreno mañana de la cinta protagonizada por Julia Roberts, George Clooney y Jack O'Connell, este último también con Foster en Madrid.

Foster confía en que la sociedad evolucione «a mejor y no a peor» preguntada por el incremento de agresiones homófobas que se han registrado en Madrid en los últimos meses, y que la cineasta conocía. «La injusticia esta presente en todas partes, en todo el mundo, no sólo en Madrid, pero estamos evolucionando y espero que la situación vaya a mejor, no a peor», afirma la cineasta, casada desde abril de 2014 con la fotógrafa y actriz Alexandra Hedison, expareja de la también actriz y presentadora Ellen DeGeneres. Foster precisó, no obstante, que ella no es «portavoz de nada», sino que sólo hace películas.

Foster, que comenzó su carrera con solo tres años al convertirse en la imagen de Copertone que dio la vuelta al mundo, es consciente de que hay películas que han cambiado su vida: «Llevo cincuenta años en esto y puedo asegurar que, para mí, esta es la forma más preciosa de expresarme tanto intelectual, como emocional o físicamente». Money Monster es, a la vez, el título de la película y del programa de televisión que dirige Patty Fenn (Roberts) y presenta Lee Gates (Clooney), un show donde se analizan las finanzas y se aconseja a los espectadores sobre inversiones, entre otras cosas. Y uno de ellos, que lo ha perdido todo por hacerles caso, acude al programa armado para encontrar respuestas.

Contada a tiempo real y con el esquema de una muñeca rusa, con un plató de televisión recreado dentro de un decorado de cine donde ocurre el programa, la película se filmó dos veces, una desde la perspectiva de las cámaras de televisión y otra con las cámaras de cine; como curiosidad, algunos cámaras no son actores, sino los técnicos auténticos.