Nadie duda de que Lolita es una obra universal de la literatura, pero la escritora y psicoanalista Lola López Mondéjar le da la réplica a Vladimir Nabokov con su novela Cada noche, cada noche, en la que los lectores conocerán otra historia diferente de Lolita a través de su hija Dolores.

El libro, editado por Siruela, se presenta esta tarde a las 19.30 horas en la librería Pynchon&Co de Alicante y la autora estará acompañada de Diana Raznovich.

López Mondéjar recuerda que cuando la novela de Nabokov se publicó, hace sesenta años, fue acogida como una historia romántica «y no es una historia de amor, sino de abusos, de un rapto de una niña de 12 años que está muda en la novela, que no habla, porque todo se cuenta a través de la mirada de Humbert Humbert, el protagonista masculino, que por otra parte es cautivador».

Ella reconoce que en esa primera lectura también se vio cautivada por su mirada de seducción «y yo también vi en eso amor», apunta, pero hace diez años regresó a su lectura y lo que era amor se transformó en pederastia. «Me sentí muy en deuda con Lolita, primero escribí un ensayo y luego la novela, porque quería dar voz a esa niña», indica, tras explicar que lo hizo a través de distintos registros, como el diario de Lolita, y del personaje de su hija Dolores, «muy independiente, asexual, la antítesis de su madre, con mucha vida intelectual», frente a Humbert-Humbert.

Admiradora del escritor ruso, López Mondéjar defiende que su lectura no dista mucho de la de él, ya que el autor «estaba muy enfadado con la popularización de la novela y si lees en profundidad encuentras el dolor en esa niña».

Mantiene, además, que la novela «es una obra maestra escrita por un narrador de prosa fascinante. Es tan intensa que cada lectura te aporta nuevas cosas», pero considera que hoy nadie se atrevería a decir que es una historia de amor, «ha cambiado mucho la conciencia de la novela, que se produjo en un momento de revolución sexual que nos hizo ver las cosas de otra manera, no se percibía esa asimetría entre niña y adulto, se veía como libertad en ese contexto».

La autora y psicoanalista, cuya obra gira en torno a la mujer y a la visibilización de su pensamiento, lamenta que cincuenta años después, ese mito de la niña hipersexual sigue pesando sobre las mujeres «y eso me llevó a sentirme muy en deuda con Lolita. La hipersexualización de las niñas sigue vigente y en ellas se proyecta la de los adultos. La historia de las mujeres está vista bajo el prisma del patriarcado y hay que revisar esos malentendidos para devolver la voz a las mujeres».

A su juicio, los hombres viven una crisis de la masculinidad profunda «y esa tensión la están llevando hoy a la literatura autores como Karl Ove (Un hombre enamorado), que dice sentirse un hombre del siglo XXI dentro de uno del siglo XVIII, o J. R. Moehringer (El bar de las grandes esperanzas), que se pregunta qué es un hombre, y ambos buscan respuestas a través de las mujeres»,