Una lista de actores «de superlujo» y un guion que busca dar «un punto de vista actual» y «humanista» a los hechos históricos son las claves de la nueva versión de Los últimos de Filipinas, cuyo rodaje arrancará esta misma semana en Guinea.

Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Eduard Fernández, Karra Elejalde y Carlos Hipólito son algunos de los veteranos incluidos en el reparto, que también cuenta con rostros nuevos, como el del ganador del Goya al mejor actor revelación Miguel Herrán, Ricardo Gómez, conocido por la serie Cuéntame, Emilio Palacios o Patrick Criado.

Todos ellos presentaron ayer el rodaje en una rueda de prensa acompañados por el director, Salvador Calvo, y el productor Enrique Cerezo, que aseguró que se trata de una apuesta ambiciosa, con un presupuesto de 6 millones de euros.

«No es un remake», subrayó Calvo en referencia al filme de 1945 dirigido por Antonio Román. «Aquella era una película franquista que narraba las glorias del Imperio, y aquí lo que se cuenta son las miserias y lo dura que es la guerra», subrayó.

«Es una película de aventuras y de personajes, que requería a los mejores actores», precisó el director, curtido en la televisión y que debuta en el largometraje con una producción «complicada», con muchos extras y localizaciones en Guinea, Tenerife y Gran Canaria.

Luis Tosar dará vida al teniente Martín Cerezo, líder de la resistencia en el llamado asedio de Baler, que duró un año.

«Es una historia controvertida y de resistencia, que tiene mucho que ver con el carácter español y las cosas de las que podemos ser capaces, entre la gesta y el absurdo», destacó Tosar.

Javier Gutiérrez, que hoy precisamente estrena El olivo, de Icíar Bollaín, y trabaja también en la producción internacional Assasin's Creed, subrayó que se trata de «una película de guerra con un mensaje antibelicista» y opinó que es «necesario» contar la parte de nuestra historia que no es bien conocida.

Karra Elejalde rompió la seriedad al confesar que está «acojonado» porque le «pique un bicho» o le «coma un cocodrilo» en Guinea, y después explicó que su personaje es un fraile franciscano que «les va dando la extrema unción» a los soldados.

«La película habla de 50 españoles huérfanos de patria. La guerra había acabado hacía 200 días, y ellos seguían matándose y consumiéndose al sol porque su patria les había vendido a los americanos por 20 millones de dólares», afirmó.

El guionista, el cubano Alejandro Hernández, incidió en que esta historia cuenta «la verdad de una guerra», alejada de romanticismos, y reveló que él mismo la sufrió en primera persona, en Angola, cuando tenía 18 años. «Esta historia me ha sacado todos los demonios», confesó.