¿Qué puede contar sobre la obra Enfrentados?

Me atrevo a decir que es la comedia más importante que se ha puesto arriba de un escenario español en los últimos 20 años. Ha sido galardonada con el Premio Molière, el de crítica de Nueva York y el de una universidad de Estados Unidos que no sé pronunciar porque no sé inglés. Venimos de estar siete semanas en Valencia y otras dos en el Teatro Alameda de Málaga. La obra trata la historia de un seminarista que quiere cambiar la Iglesia.

¿Cómo lleva el hecho de compaginar la interpretación con la dirección del propio montaje?

Llevo 55 años con mi propia compañía y siempre he dirigido las comedias. Mi compañía es la que más tiempo está durando sobre el escenario en toda la historia del teatro español. Nunca ha habido nada igual en Europa. Cuando encuentras textos inteligentes es muy fácil dirigir. Sobre todo si puedes contar con actores como Bruno [Ciordia], al que es un deleite ver. Enfrentados es un fantástico espectáculo.

Esta obra trata sobre la Iglesia, ¿cuál es su opinión sobre la figura del papa Francisco?

Está aportando sensatez. Todo en la vida tiene cambios y la Iglesia lo hace gracias al papa Francisco. Durante la función nombramos bastantes frases suyas. El cambio que aporta está lleno de respeto. La Iglesia tiene más de 2.000 años y perdura gracias a la fe. Es algo que hay que ir cambiando paulatinamente.

¿Qué le parece que se repitan las elecciones en España?

Desde la Guerra Civil, España ha salido adelante con buena voluntad y amor por el país. El problema es que ese amor ahora está disperso: se quema la bandera, se pita el himno... Somos una familia que se ha destrozado y debe unirse. Hay demasiadas opiniones, gente que llega nueva y no es buena. Hay partidos que no acabo de entender, como tampoco se puede entender que exista gente que vote a Podemos.

¿Por qué no actúa esta vez en el Teatro Principal de Alicante?

Lola [María Dolores Padilla] programaba muy bien. He ido al Principal durante 40 años con mis mejores comedias. Con Los hombres no mienten lo vendimos todo durante cuatro días. Ahora hay un individuo, Francesc [Sanguino] creo que se llama, que me ha querido tocar los cojones y nos ha quitado de la programación. Son dictadores y les importa un carajo la trayectoria de los profesionales. Mientras esté ese fulano no pienso pisar el Principal.

Se le nota enfadado...

Es que conmigo no se juega. Pero estoy muy agradecido por ir al Aula de Cultura. Siempre iré donde haya un escenario. Un programador tienen que estar enterado de los grandes éxitos que hay en Madrid. A este individuo no le gusto y él a mí tampoco, no es un profesional. El Principal ha perdido mucho desde que Lola no hace la programación.

¿Cuál es su consejo para los jóvenes actores de este país?

Los consejos se dan en metálico. Hoy se impone la televisión para los jóvenes actores, es la forma de darse a conocer. De la misma forma que te haces popular, te pueden machacar si no gustas. El problema del teatro es que le ha perjudicado mucho el 21% del IVA y que los ayuntamientos ya no tienen dinero.

¿Usted volverá a la televisión o es una etapa que ya ha cerrado?

No volveré nunca a ta televisión. No es fácil encontrar una comedia como La casa de los líos. Las de ahora son vulgares, chabacanas y ordinarias. En la televisión tienes que trabajar diez o doce horas al día y ya no estoy para eso. De lo que veo en ella, me interesan muy pocas series. Prefiero ver un partido de fútbol.

¿Dejará algún día el escenario?

Cuando no estoy en el escenario me aburro que me mato, es mi vida. Soy un perfeccionista increíble y quiero siempre que mis decorados sean los mejores, los cuido mucho. Todo lo que soy se lo debo al público. Cada espectáculo quiero que sea mejor que el anterior.

¿Cómo ve la vida con 87 años?

Con los años vas reflexionando. Por lógica, me queda poco. Es muy bello vivir, nunca he estado enfermo. Me matarán antes en un atentado. Me gusta pasear por los mismos sitios y ver el cielo azul de España y a la gente con sus defectos. Quiero seguir estando aquí. Sólo es viejo el que quiere serlo. Tengo una profesión que no me deja jubilarme.