En el poblado mundo de los personajes excéntricos de la música popular hay un jamaicano que se ganó hace décadas un lugar en lo alto del podio: Lee «Scratch» Perry, quien a sus 80 años regresa a Alicante para ofrecer un concierto en el complejo cultura Las Cigarreras en el marco del festival de música negra Eat my soul. De su primera actuación por esta tierras ha pasado ya una década, aunque pocos olvidan la nube de humo de marihuana que se apoderó entonces del Aula de Cultura de la CAM y los ritmos que desparramó, vestido con una túnica blanca, que hizo a los asistentes frotarse los ojos ante un espectáculo inaudito para un templo de la cultura como ese. Hoy, sin embargo, el concierto de Perry, a quien acompaña el grupo The Granadians, será al aire libre, ya que la demanda de entradas ha obligado a salirse de La Caja Negra, lo que hará más respirable la atmósfera.

Perry tiene el honor de ser uno de los pioneros de músicas de alcance planetario como el reggae, el dub, del uso de los samplers y de los sound system. Trabajó con los Wailers, Bob Marley, Joe Gibbs, King Tubby y otros grandes de la isla caribeña en sus inicios, aunque también pasó a la historia de la música por prenderle fuego a su mítico estudio Black Ark, lo que le llevó unos días a la sombra. Porque Perry es músico pero también ingeniero de sonido, compositor, cantante, productor, mezclador, incluso chamán, en definitva mago del sonido: grababa en cuatro pistas pero conseguía prestaciones de un ocho pistas. Genio y loco a partes iguales, Perry reside desde hace más de 25 años en Suiza, alejado de la escena reggae jamaicana. A mitad de los 90 abrió en Zurich un nuevo estudio, White Ark, un laboratorio secreto en el que ningún hombre ha entrado jamás. Excepto los bomberos, porque (¿casualidad u otro acto de purificación?), hace unas semanas cuando la promotra alicantina le contactó, el estudio acababa de arder. Una vela, dijo Perry, dando pávulo a incrementar su propia leyenda. Así que esta noche Perry el mago, el africano, Lee de la jungla, como se autodenomina, bajará a la Tierra e invitará gratis a su concierto a quien le ha hecho llegar ropas raras con las que sustituir sus disfraces de rey, Papa o general que ardieron en Zurich.