El papa publicó ayer una nueva exhortación en la que apoya el acompañamiento de las situaciones familiares «irregulares», como los divorciados vueltos a casar, a los sacramentos mediante un proceso que debe evitar la rigidez. El documento, de 261 páginas, lleva por título Amoris Laetitia (La alegría del amor) y en él Jorge Bergoglio se explaya abordando el tema de la familia, sus retos y problemáticas, aportando consideraciones doctrinales a cada caso.

Quizá el capítulo más extenso y delicado sea el octavo, en el que emplea tres verbos que deben guiar el tratamiento de la Iglesia Católica con las «situaciones irregulares» de la familia, como los divorciados vueltos a casar: «acompañar, discernir e integrar». No se trata de un cambio en la doctrina de la Iglesia, como podría ser permitir directamente la comunión en estos casos, pero sí supone una mayor consideración hacia los divorciados en segundas nupcias, que no recaen en pecado mortal.

Y es que el papa recoge las propuestas de los anteriores Sínodos de Obispos para apoyar la idea del camino del «discernimiento», es decir, el estudio caso por caso de dichas situaciones particulares por parte de los pastores para acercar a los sacramentos.

En este sentido, Francisco es meridiano: «A las personas divorciadas que viven en una nueva unión es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que "no están excomulgadas" y no son tratadas como tales».

El proceso deberá llevarse a cabo mediante la conversación entre el sacerdote y los fieles en confesión y el pontífice ha advertido de la necesidad de evitar una postura rígida porque «el confesionario no es un sala de torturas». «Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad», sostiene.

En este recorrido hacia la reintegración de estas personas en la Iglesia el papa señala en un breve comentario a pie de página que «en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos», abriendo así la puerta a su readmisión.

«Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación del cónyuge abandonado», explica, entre otros apuntes, el papa en su documento. Pero, una vez más, advierte a los sacerdotes que acompañen a estas personas de la necesidad de evitar juicios basados en «la superioridad y la superficialidad».

En otro apartado pide respeto para los homosexuales, pero rechaza cualquier equiparación entre las parejas formadas por personas del mismo sexo y el matrimonio cristiano, ya que solo la unión entre un varón y una mujer cumple una función plena».