A diferencia de otras novelas de iniciación, Jimmy Sullivan, del neozelandés Ian Cross (1925), no está marcada por la felicidad agridulce del paso de la infancia a la juventud sino por el dolor. Cross debutó con esta novela, que tuvo gran acogida crítica y le ha valido la categoría de gloria de las letras de su país. Jimmy Sullivan, el "niño de Dios" al que hace referencia el título inglés del volumen, lleva en apariencia una vida normal, si se exceptúa el crucial detalle de que la convivencia entre sus padres es un infierno por el que el niño está decidido a pedir cuentas a Dios y a amargar la vida a sus semejantes.

Tan alta es la temperatura de ese Averno doméstico que acabará desencadenando una tragedia tras la que el protagonista dará con sus tiernos huesos en un orfanato religioso. Desde él, mediante un laborioso ejercicio de memoria, Jimmy, de trece años, reconstruirá los tres días capitales en los que, dos años atrás, saltó por los aires un mundo invivible para cualquiera y mucho más para un niño.