A sus 66 años y a punto de estrenar Julieta, su película número 20, Pedro Almodóvar afirma que no le ve ventajas a la edad. «Debería encontrarlas, pero no las encuentro. Me gustaría ser siempre joven», confiesa en una entrevista en la que describe su nuevo trabajo como «una tragedia cotidiana, sin gritos». La entrevista se realizó hace unos días en el despacho del director en la sede de El Deseo. La promoción de Julieta ha coincidido con la filtración de los «papeles de Panamá», que desvelan que Pedro y su hermano Agustín mantuvieron hace años una sociedad opaca en un paraíso fiscal. Al respecto, un portavoz de El Deseo se ha limitado a señalar a Efe que ambos «están al corriente de sus obligaciones tributarias». Julieta muestra al mismo Almodóvar de siempre y al mismo tiempo a otro diferente. La película retorna a su universo femenino y a los conflictos entre padres e hijos, pero esta vez no hay resquicio para el humor o la ligereza.

«Sentía claramente que debía ser una película muy seca, porque la historia que se cuenta es muy dura», afirma. «No quería adornarla con ningún tipo de retórica ni elemento que distrajera». Tras un rodaje difícil en el que sufrió las secuelas de una reciente operación de espalda, Almodóvar se encuentra ahora en plena forma. «El problema de la espalda ha sido duro, y la larga la recuperación, porque te hace tomar conciencia de modo casi violento de tu edad y tus limitaciones. Por eso me he puesto a dieta y todo lo demás. Ojalá lo hubiera hecho antes. Me siento mucho mejor».

Su regreso a la arena cinematográfica, tras el muy criticado intento de evocar las comedias de su juventud con Los amantes pasajeros, se inspira en tres relatos de la escritora canadiense y ganadora del Nobel Alice Munro, con una misma protagonista, Julieta, que en la pantalla se desdobla en Emma Suárez y Adriana Ugarte.

En el centro de la trama, salpicada de elipsis y saltos temporales a lo largo de tres décadas, se sitúa el mismo dolor por la pérdida de un hijo que alentó la historia de Todo sobre mi madre o La piel que habito, aunque esta vez se trate de una madre «abandonada». El argumento sirve de pretexto para hablar del momento en que el director, hace muchos años, «abandonó» a sus padres, al dejar atrás el pueblo para poner rumbo a un incierto Madrid.

Emma Suárez consideró ayer que el cineasta ha conseguido una película «muy honda, muy sabia», en la que muestra su sentimiento de la vida, donde «los silencios hablan más que lo que se cuenta». Agregó que ha sido «fascinante» trabajar con el manchego, que le ha permitido implicarse en su mundo y ver que es un hombre «implacable», uno de los más exigentes que ha conocido, alguien que «cuida el más mínimo detalle, cada plano que rueda es como un cuadro». «Te exige muchísimo», apostilló.

Adriana Ugarte comentó que Almodóvar tenía muy claro desde el principio que lo más importante de las dos actrices que daban vida a esta fémina es que «tuvieran una manera en común de entender el dolor, no intentó que fueran idénticas: está claro que son dos personas distintas».