El restaurador jefe de la Capilla Sixtina bautizó los frescos de la iglesia valenciana de San Nicolás como dignos homólogos de la obra maestra vaticana de Miguel Ángel y en dos meses, tras su reapertura, han revolucionado el turismo religioso de la ciudad al recibir hasta 2.000 visitas en un día.

Ubicada y semioculta en el casco histórico de Valencia, a escasos metros de la Catedral, la Basílica de la Virgen de los Desamparados -patrona de la ciudad- y el Palau de la Generalitat, esta iglesia gótica del siglo XV disfruta desde el 4 de febrero de una nueva vida gracias a una ingente restauración integral, tanto pictórica y ornamental como arquitectónica, que ha durado varios años. La recuperación de los 1.904 metros cuadrados de exuberantes frescos de su bóveda -frente a los 800 de la Capilla Sixtina- ha supuesto un hito técnico y económico.