El papa Francisco arremetió ayer contra los «fabricantes y traficantes de armas», a quienes culpo de los atentados terroristas como el perpetrado en Bruselas porque, en su opinión, «quieren sangre, no la paz, quieren guerra y no la fraternidad».

El pontífice hizo esta declaración dentro de las ceremonias de la Semana Santa, ante alrededor de mil refugiados, la mayoría musulmanes, y los trabajadores del centro de acogida de Castelnuovo di Porto, a las afueras de Roma, adonde se desplazó para lavar los pies a once refugiados y una asistente social.

«Hace tres días, un gesto de guerra, de destrucción, en una ciudad de Europa. Gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de ese gesto, como detrás de Judas, había otros», señaló el pontífice durante la ceremonia del lavado de pies del Jueves Santo.

Francisco agregó que «detrás de Judas estaban quienes le habían dado el dinero para que Jesús fuera entregado». «Detrás de ese gesto (el atentado de Bruselas), hay fabricantes y traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz, que quieren la guerra y no la fraternidad. Dos gestos. Lo mismo. Jesús lava los pies y Judas vende a Jesús por dinero», añadió.

De este modo aludió a los atentados terroristas que el pasado martes sacudieron la capital belga, que se saldaron con al menos una treintena de víctimas mortales y cientos de heridos y cuya autoría ha sido asumida por el grupo yihadista Estado Islámico.

En su alocución, Bergoglio destacó el valor de los gestos que, a su juicio, «hablan más que las palabras» y sirven para reivindicar el valor de la fraternidad y de la convivencia entre religiones.

«Todos juntos, musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, pero hermanos. Hijos de un mismo Dios y que queremos vivir en paz, integrados», indicó el pontífice a los refugiados.

Y agregó: «Vosotros, nosotros, todos juntos, diferentes religiones, diversas culturas, pero hijos del mismo padre. Pobres aquellos que compran las armas para destruir la fraternidad».

Francisco señaló que el hecho de lavar los pies a doce personas, emulando a Jesús, equivale a «un gesto de fraternidad".

«Todos decimos: "somos diferentes, diversos, tenemos diferentes culturas y religiones pero somos hermanos y queremos vivir en paz" (...) Cada uno de nosotros tiene una historia encima. Tantas cruces y tantos dolores pero tiene un corazón abierto que quiere la hermandad», consideró.

Tras pronunciar estas palabras, Francisco procedió al lavado de pies, arrodillándose ante cada uno. Entre los once refugiados a los que el papa realizó este gesto había tres hombres de religión musulmana, un hindú, tres cristianas coptas procedentes de Eritrea y cuatro católicos nigerianos.

Todos tienen en común haber dejado atrás la destrucción y la guerra, al abandonar y emprender una travesía hacia Europa.

Ceremonia en Jerusalén

Cientos de cristianos recordaron ayer, Jueves Santo, las últimas horas de vida de Jesús, simulando el Lavatorio de Pies y la Hora Santa en Jerusalén, donde Cristo fue crucificado hace dos mil años.

Las ceremonias de esta jornada santa comenzaron a primera hora con una misa en el Santo Sepulcro oficiada por el patriarca latino de Jerusalén, arzobispo Fuad Twal, quien recordó en la homilía el significado del lavado de pies.

«Dejad que nuestros pies sean lavados y se conviertan en instrumentos de la misericordia de Dios», predicó.