Cecilia Eudave publicó a finales de 2015 la novela Aislados, para lo cual realizó una exhaustiva investigación sobre el impacto de las redes sociales en la concepción de la realidad «y vi cómo la literatura ya había anticipado un poco ese fenómeno, capaz de reproducir lo mejor y lo peor de ese mundo virtual, que por muy fantástico que nos parezca es el mundo real», señala la escritora mexicana, invitada por el Centro de Estudios Mario Benedetti, que ayer impartió una charla sobre el uso y el abuso de las redes sociales desde una perspectiva literaria en la Sede de la Universidad de Alicante.

«El ciberespacio es un término que se construye a partir de una novela estadounidense y la literatura (de ciencia ficción y distopías, sobre todo) ya había abordado obras en las que la tecnología que iba a hacer más fácil la vida deja de ser un medio para convertirse en un fin», apunta la escritora, que añade que la ficción «ya veía ese abuso de tecnología como algo que aísla» y que, a su vez, proporciona material para la literatura.

«No soy tecnofóbica, tengo Twitter y Facebook, y no tengo un discurso contra las redes sociales, lo que intento es entender cómo nos hemos adaptado a ellas», aclara la escritora, que considera que ese abuso hace que «a veces no vivamos la realidad sino que lo hacemos por mediaciones: grabas un concierto con el móvil en vez de disfrutarlo, haces la foto de un plato antes de probarlo o de un amigo antes de abrazarlo».

El cine, al igual que la literatura, también tiende a «evidenciar muchas de estas situaciones actuales, como la película protagonizada por Joaquin Phoenix, Her, las novelas juveniles o de género fantástico», añade.

¿Y pude hacerse literatura en las redes sociales? «Claro que sí», asegura, «ya se habla de la tuitliteratura, se escribe en blogs, se lee digitalmente, es fácil escribir y colgar libros en la red o hacer novelas colaborativas. Todo eso revitaliza el contexto literario», explica, aunque «no todo sea literatura, claro».

Eudave también hace hincapié en el fenómeno de los booktubers (lectores que recomiendan libros), «que forman una red inmensa y que pueden hacer que un libro sea superventas. Son los lectores al poder frente a la crítica de camarillas», aunque «tan pronto los booktubers se convierten en estrellas pierden la brújula».

La escritora mexicana apunta que también existe «mucha mercadotecnia y promoción» detrás del uso de las redes por los escritores «y uno no puede pensar que tener 700.000 seguidores significa que vas a vender 700.000 libros», aunque «las redes sociales son la gran egoteca de todos nosotros».

La autora concluye que vivimos una etapa de transición en el uso de las redes sociales -«el problema es que nos vuelvan paranoicos y nos amarguen, en lugar de conectarnos y hacernos la vida más fácil»-, ya que son «una herramienta que estamos aprendiendo a usar y tendremos que aprender a relativizar. Y los jóvenes serán los primeros que lo entenderán».