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Benito Bermejo

«Me cuesta asumir la barbarie»

Su libro Francisco Boix, el fotógrafo de Mauthausen fue el germen de El triángulo azul

«Me cuesta asumir la barbarie» FUNDACIJÓN RBA

Su libro dio pie a la obra teatro El triángulo azul. ¿Con esta puesta en escena cree que tienen más voz los españoles muertos en Mauthausen?

Bueno, ellos tuvieron la idea cuando cayó el libro en sus manos. Yo los conoci el día del estreno y para mí fue todo una sorpresa. Yo creo que sí tienen más voz, aunque no me atrevería decir que han llevado al teatro mi libro, ellos han hecho una obra de creación. Tiene una base histórica, pero se han permitido recrearlo y lo han hecho muy bien. Pero no se puede ver con el criterio histórico. Yo la he visto dos veces y me encantó, sobre todo porque de forma natural desconecté el modo historiador porque te dejas llevar bien y te impresiona porque ver eso, digamos construido por ellos, pues resulta impresionante.

Dicen que la realidad supera la ficción y en este caso desde luego que lo es porque la historia de Francisco Boix resulta totalmente cinematográfica.

Tiene su cosa, pero es que fue una situación tremenda la que vivió esta gente... Nos cuesta hacernos a la idea de que cuando esconden los negativos ya habían muerto dos terceras partes de los españoles que llegaron al campo. Los que hicieron eso fueron sobrevivientes de los que llegaron al principio, en cierto modo tenían suerte porque trabajar en el laboratorio fotográfico era estar en una situación distinta al resto. Entrevisté al último SS que estuvo en ese laboratorio y se acordaba de los tres españoles, pero no sabía que se habían sacado los negativos ni que Boix había sido fundamental como testigo en Nuremberg.

¿Cómo los sacaron?

Hay dos historias que seguramente las dos son verdad y paralelas. La que nos puede resultar más bonita es la de que los chicos que durante un tiempo estuvieron trabajando fuera del campo y todos los días iban y venían, en un determinado momento sacaron el paquete y como tenían contacto con gente del pueblo le dijeron a una mujer, Anna Pointner, que lo escondiera. La otra es que seguramente la mayor parte de las fotos nunca salieron del campo, sino que quedaron escondidas en el laboratorio u otro sitio y las recuperaron después.

Cuando uno investiga en un tema tan dramático, ¿que le mueve más, ahondar en el conocimiento histórico o la impotencia y la rabia por lo sucedido?

Yo diría que todo es lo mismo. todo te resulta tan incomprensible que lo que te mueve primero es preguntarte cómo es posible esa barbarie. El tema de esconder las fotos es muy bonito, pero esa es la historia de unos pocos, de un tercio de españoles que seguían con vida. Necesitas tener en la pared delante de ti que dos tercios de ellos murieron a los pocos meses de entrar y en las condiciones más penosas. La mayor parte murió de hambre, el trabajo diario y la enfermedad.

¿Y gaseados?

La cámara de gas estaba a unos 40 km de Mauthausen y de los 4.700 españoles que mueren cerca de 500 fueron gaseados. Esas instalaciones funcionaban desde el año 39 para liquidar a enfermos mentales alemanes, lo que llamaban los nazis «vidas indignas de ser vividas». Pero en el 41 hubo cierto escándalo en Alemania por las protestas de un obispo y lo pararon. Lo retomaron con los presos de campos de concentración. ¿Y por qué hacer eso si estaban ya moribundos? Pues posiblemente tuviera un carácter experimental porque el personal que estaba en estas instalaciones, un año más tarde se encarga de gasear a escala industrial a cientos de miles de judíos en el este de Europa.

Sabemos poco de nuestra memoria histórica. ¿Por qué?

En el caso de los españoles en los campos nazis pues tienen muchas cartas para quedar fuera del circuito. No hay que olvidar que la mayor parte no sobrevive. De los 7.000 que estuvieron allí, sobrevivieron unos 2.000 y de ellos la mayor parte no volvió a España. Los que volvieron lo hicieron ya en los 60 o 70 y quedaron fuera de la sociedad española y tuvieron que permanecer bien callados. Cuando se empezó a hablar de esto de forma importante fue ya en el 78 cuando se publica el libro de Montserrat Roig sobre catalanes en los campos nazis.

¿Y las familias?

Muchas familias tardaron mucho en saber qué había pasado. Hace poco me enteré de que ni los hijos ni la mujer de un señor de un pueblo de Murcia tuvieron noticia de qué le había pasado. Se enteraron en 2007. Una de las nietas vive en Benidorm. Había una entidad en París que formaron los supervivientes españoles y desde allí intentaron contactar con las familias pero en casos no fue posible.

Su papel investigador ha sido fundamental para que se reconozca a miles de víctimas del nazismo y también para desenmascarar casos de impostores, como Enric Marco o Antonio Pastor. ¿Qué impulsa a una persona a ser un impostor?

Es la otra parte. Los testigos, los que vivieron esto, quedaron fuera de la sociedad española. Puesto que no había nadie que levantara la voz, dos o tres personas asumieron ese papel, por las motivaciones que fuera. Enric Marco decía que como los de verdad no estaban en buenas condiciones y él tenía mucha labia y creatividad, pues era capaz de darles voz a todos. El decía que había que dar color a la historia y que él contaba lo que era pero que distorsionaba un poco la historia. Si pongo en circulación algo y lo damos por bueno, no deja de ser una fórmula de envilecer algo. Marco se convierte en voz del asunto cuando queda muy poca gente, esperó el momento propicio.

¿La historia ha ya hecho justicia con estas víctimas?

Si consideramos que a estas alturas más o menos sí conocemos lo que pasó con ellos, lo mínimo por lo menos está conseguido. Qué sería hacer justicia a efectos de la sociedad española se me escapa. Estaría bien que en cada pueblo donde haya habido víctimas pues se hiciera un homenaje.

Hoy nos enfrentamos a situaciones dramáticas con seres humanos, como el tema de los refugiados. ¿No aprendemos?

Yo creo que afortunadamente este tipo de cosas ahora las conocemos con cierto detalle.En la perspectiva de ahora nos cuesta imaginar eso que ocurrió hace 30 años. Yo quiero pensar que todo eso sirve para algo, porque nos da idea de las dimensiones que a veces pueden tener determinados planteamientos. Asumir que esa barbarie pasó de verdad a mí me cuesta. Espero que eso nos sirva para crear una conciencia de vigilancia. Supongo que hasta cosas como esta obra de teatro también tiene su utilidad a estos efectos.

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