Nieto del médico y pensador Gregorio Marañón, Tom Burns Marañón, ensayista y antiguo corresponsal de prestigiosos medios estadounidenses en España, pide una reforma en profundidad del sistema.

¿Por qué se ha podrido la manzana?

Los partidos políticos -el bipartidismo que surge de la Transición- se han convertido en aparatos de control que desconfían del debate interno y la pluralidad. De hecho, se aprovechan de una forma escandalosa de las listas cerradas y bloqueadas para crear una lealtad total al líder. La teoría es vieja: «El que se mueve no sale en la foto». ¡Y existen los instrumentos para imponer esa teoría! Cuando tienes partidos cerrados, endogámicos, con un enorme campo para redes clientelares y dar la espalda a cualquier renovación o innovación, el sistema se pudre.

Entonces el gusano devastador estaba ya dentro del árbol que se plantó hace 40 años.

Sí, claro. Pero con un añadido: la Constitución -que es sin duda la mejor que ha tenido España- es como las catedrales levantadas hace más de medio milenio: está hecha para durar, como esculpida en granito. Pero no tiene elementos correctores y es muy difícil ir adaptándola a los tiempos para acompasarla con el desarrollo de la sociedad. En estos tiempos tan cambiantes, el sistema político debe ser más flexible.

Sostiene que «al igual que en el franquismo, el ejercicio del poder en la democracia se distinguió por el hiperliderazgo, la jerarquización del mando, el dirigismo». Hiperliderazgo: Pablo Iglesias y Albert Rivera. ¿Idénticos pecados originales?

Podían serlo, y por ello deberían tener muchísimo cuidado con los hiperliderazgos.

¿Porque ahí está el gusano que pudrió la manzana?

Ahí está el gusano, sí. También se esconde en la Ley Electoral. Hay que cambiarla. Porque el poder que puede ejercer ese líder y ese aparato está en el hecho de que deciden quién va en la lista electoral y quién no. Mientras no exista un sistema abierto que elija desde la base, con elección de candidatos mediante primarias, nada cambiará.

Usted escribió conversaciones sobre el socialismo, sobre la derecha y sobre el rey. Parece que las tres esferas han implosionado.

La Corona no. Sigue siendo una institución muy importante para España. El socialismo, que sufrió en su discurso tras la caída del Muro en 1989, ha visto que la crisis de 2008 lo ha complicado todavía más: su gran seña de identidad, que es el Estado del Bienestar, necesita reformas para seguir en pie.

¿Y la derecha?

Aznar quiso regenerar y reformar muchas cuestiones, pero no hizo casi nada de esa agenda. Sí en los planos económico y de relaciones internacionales, pero no puso al día el proceso democrático.

«Amo tanto a España porque la conozco». ¿Sabe quién lo dijo?

Sí, mi abuelo. También dijo: «Confío en España porque la conozco».

¿Qué es España?

Para él era una realidad histórica. Su generación, la del 14, quería regenerar el país y modernizarlo. Conocer su historia, sus grandes hombres y sus grandes gestas, le permitían confiar en el sentido común y la decencia del español.

Con la que está cayendo en la corrupción, hablar de decencia parece casi una provocación€

Los corruptos son determinados cargos electos, pero la sociedad española no es corrupta y denosta la corrupción.

Otra de Gregorio Marañón: «Es más fácil morir por una idea, y aún añadiría que menos heroico, que tratar de comprender las ideas de los demás». ¿Su abuelo hablaba del pasado o de 2016?

Así era su idea de liberalismo: intentar entender siempre las ideas del prójimo y saber que los fines jamás justifican los medios, sino al contrario.

Esa falta de consenso predomina hoy.

Hay una enorme división entre la clase política, que vive en una burbuja, puesto que sólo se relacionan con ellos mismos€

¡Y con los periodistas!

¡También! Pero no con los ciudadanos. Y eso lo pueden hacer, insisto, porque los partidos son aparatos de control y la Ley Electoral les permite ese poderío. Si fueran más abiertos, si estuvieran de verdad obligados a la transparencia y a la rendición de cuentas delante de sus electores, habría muchos más consensos. Pero para eso hay que adoptar cambios. Y de esos cambios se habla menos. Se piden cambios de Educación, Sanidad, de refuerzo del Estado del Bienestar o de la derogación de la reforma laboral.¡ Pero lo que realmente hay que derogar es la manera con que los partidos políticos han podido existir hasta ahora! Hay que acabar con esas organizaciones tan cerradas y endogámicas. Si no tienes que rendir cuentas, ¿para qué tienes que ser ejemplar?

Una lección de la Historia que convenga aplicar a hoy.

La Transición es un espejo para mirarse y aprender muchísimo la clase política actual. Que haya continuidad sin continuismo.