¿Cómo surgió la idea?

Queríamos hacer una película de atracos, pero con algo más y elegimos un trasfondo ligado a la corrupción política, que tuviera una historia coral y que se convirtiera en un retrato de la España actual.

Y apareció Valencia como ejemplo.

No creemos que Valencia sea una de las comunidades más corruptas, pensamos que la corrupción ha sido transversal: de norte a sur y de este a oeste por igual. Pero sí es cierto que el pelotazo valenciano ha sido muy inspirador y significativo. La Ciudad de las Artes, la Fórmula 1, las construcciones faraónicas orientadas a proponer Valencia en el mapa como la capital del país... Todo eso hizo que Valencia cumpliera con todos los requisitos. Además encontramos que había una vía de metro abandonada e inundada en el centro de Valencia, que formaba parte de esas obras inacabadas, y fue la que inspiró el plan de fuga de los atracadores. Quisimos rodar ahí aunque no pudimos por una cuestión de producción y de financiación. Aunque nos hubieran dejado no podíamos tener los medios para rodar ahí.

Las críticas anticipan la fuerza del guión. ¿Qué destaca usted?

Destaco que se mueve de una manera muy ágil. La trama avanza de una forma sorprendente y no es una trama que encierra a sus personajes, sino que los personajes hacen avanzar la trama. Lo más complicado ha sido manejar el tono de la película porque además de ser una película coral es una película que maneja dos cualidades. Por un lado el thiller y la tensión, por otro el sentido del humor. Los personajes se desvelan como capas de cebolla y vas descubriendo cómo son realmente hasta que generan gran complicidad con el espectador. Cien años de perdón tiene un punto canalla que te arranca una sonrisa. Eso es lo más potente y lo más complicado a nivel de dirección.

La película cuenta con personajes muy reales que viven al límite. ¿Es por eso que se anuncia como una película comprometida donde el espectador se siente reflejado?

La intención ha sido crear una película de entretenimiento y de atracos, pero siempre con un trasfondo: la corrupción específicamente en Valencia. Se trata de un comentario, un reflejo de la situación actual utilizando la ironía y el sentido del humor. Digamos que tiene una vocación popular.

¿A qué se debe esa vocación popular?

Hay un hartazgo muy grande con los estamentos del poder, con la clase política y de alguna manera genera ganas de gamberrismo y de reírse, de denunciarlo... Hay que vivir con ello porque estamos sometidos a un expolio donde el sentido del humor es fundamental. Los telediarios hacen retratos terribles de la situación que vivimos y nosotros lo hacemos desde un punto de vista irónico. En este país de vez en cuando hay alguien que se sale con la suya y en este caso es el espectador.

¿Cuánta gente quiere atracar un banco?

Luís Tosar te respondería: «Quién no ha soñado con atracar un banco».

¿Y qué responde usted?

Yo diría que cerca de un 75 por ciento de españoles estaría encantado de atracar un banco, o de ponerse en el lugar de la directora del banco porque da la sorpresa...