Johannes Brahms

(Hamburgo, 1833- Viena, 1897)

Concierto para violín, en re mayor (opus 77)

Sarasate, el gran violinista español, se negó siempre a tocarlo por la dificultad de ejecución. Pese a ello, este concierto para violín es una de las obras más populares del compositor alemán y forma parte del grupo selecto para este instrumento con los de Beethoven, Mendelson y Chaikovski. Fue compuesto después de su segunda sinfonía y estrenado el 1 de enero de 1879 en Leipzig por Joachim bajo la dirección del autor. Brahms, virtuoso al piano pero poco versado en la técnica del violín, concibió esta obra para Joachim, a quien se la dio a conocer en el verano de 1878. Joachim consideró que la parte solista estaba en los límites de lo intocable por lo que pidió varias modificaciones. Brahms, no sin tensiones entre ambos, permitió a Joachim retoques técnicos en la partitura final. De hecho, de la «cadenza» al final del primer movimiento, Allegro non troppo, existen varias versiones: la del propio Joachim, que es la más interpretada, y las de Auer, Kreisler y otros afamados violinistas. La obra tardó algún tiempo en imponerse en el repertorio por los vertiginosos pasajes del violín en cada uno de sus tres movimientos. Un reto, esta tarde, para la joven Alena Baeva.

Dimitri Shostakovich

(San Petersburgo, 1906-Moscú, 1975)

Sinfonía número 5, en re menor (opus 47)

Resulta lógico que la primera presencia en Alicante de la Orquesta Filarmónica de Novosibirsk («Nueva ciudad de Siberia») lo haga con una obra del compositor ruso más relevante del siglo XX, y más teniendo como director invitado a Thomas Sanderling que, aunque alemán de nacimiento, se formó musicalmente en San Petersburgo, donde su padre era director titular de la Orquesta de la antigua capital imperial. La obra elegida es trascendental en la vida de Shostakovich. En 1936, su segunda ópera, Lady Macbeth de Mzensk, fue violentamente criticada en el Pravda moscovita, lo que implicó un silencio oficial sobre toda su creación. Eran los años de Stalin en el poder, una época de oscuridad cultural que duraría varias décadas. La cuarta sinfonía de Shostakovich se retiró antes del estreno por miedo a represalias. La quinta surgió en 1937 como «respuesta de un compositor soviético responsable a una crítica justa», según el autor. Fue estrenada el 21 de noviembre de 1937 en Leningrado (hoy, de nuevo, San Petersburgo) bajo la dirección de Evgeni Mravinski. Los jerarcas estalinistas se dieron por satisfechos con la «confesión» autocrítica del autor sin percatarse que debajo de una superficie de tono romántico se encubría desesperación, protesta, ironía y sarcasmo. El auditorio del día del estreno percibió en la tensión emocional de la partitura la angustia colectiva que estaban viviendo. Es considerada una obra autobiográfica, por la que atraviesa el drama vivido y superado por Shostakovich y que concluye con un final de victoria o desafío. Sintetiza la vida del autor, marcada por la lucha con y contra la oficialidad musical soviética, de la que salió adelante haciendo malabarismos entre lo que «debía» hacer y lo que realmente le pedía su corazón: en su décima sinfonía (en 1953) dibujaría un retrato terrible de Stalin después de haber ensalzado sus grandes logros como gobernante en el oratorio La canción de los bosques.

(de 1948).