Eran las 13.30 hora local y me encontraba en el hall del que quizás sea el más sofisticado hotel de Londres. En mitad de Central London, en Saint Regens Street, el benidormí Emilio de la Morena organizó ayer con un casting impecable y su magnífico equipo, lo que iba a ser, sin duda, uno de los show de esta temporada en la capital británica. A mis ojos, flashes y retazos de imágenes de lo mejor de la moda española e internacional, igual que me ocurre con Josep Font, como española y como alicantina, no puedo describir el orgullo que sentía de entrar por la puerta del Hotel Cafe Royal, que en la main room llamada Pompadour, desfilaba ante lo mejor de la prensa mundial un creativo de nuestra tierra.

Japonesas, editorialists de las mejores revistas del mundo, chinas, compradores mundiales venidos de Nueva York, Asia, etc. Compradores de alta costura, clientas exclusivas, actrices y un sinfín de paparazis agolpados en la puerta del hotel, me situaron en una sensación indescriptible que solo da la alta costura de París o la Semana de la Moda de Londres. Es curisoso, pero el ambiente de la moda en estas dos ciudades supera con creces a la de cualquier parte del mundo, incluyendo Nueva York. Toda una gozada ver a alguien de mi tierra con un público entregado que ha terminado el show gritando mientras Emilio saludaba.

La colección sin duda es exquisita. Y el apoyo de las celebridades patrias e internacionales todo un lujo: Protia Freeman, Amber Le Bon, Daisy Lowe, Ella Catliff, Amal Fashanu o Cara Santana entre otras muchas.

Emilio se sumerge en esta colección, en una oscuridad con cierto toque punk (los mini vestidos románticos plisados y drapeados en tafeta sobre las transparencias de chantillí y la blonda) o la desnudez de las veladuras de los encajes sobre espaldas interminables. Azul abisal, malvas y morados, fucsias atornasolados, ámbar y algún toque de rojo sangre bermellón y blancos; siempre sobre base de negros que le concedían ese toque dark súper glam que no ha querido perder en toda su colección ni tampoco a lo largo de su historia de couturier.

«Me fascina la belleza aristocrática, sutil pero a la vez loca y salvaje, pero también romántica de una mujer como Tamara De Lempicka», dijo el diseñador alicantino.

Como complemento, a destacar, unos antifaces realizados con las propias blondas de chantillí, que cubrían la mirada de la modelo y se reflejaban sobre los espejos de una sala majestuosa, y a los pies, una colección de botines, botas y maxibotas, hechas en Petrer (Alicante) para crear su primera colección propia y adornadas con detalles que recuerdan a las escarapelas del siglo XVII, en resumen, absolutamente Emilio. Y el afterparty, como no podía ser de otra manera, también en el sitio más sofisticado, el On Fashion, tremendamente español que hoy existe en la capital inglesa «ibérica». Solo me faltaba Penélope Cruz que evidentemente, en breve, estoy segura, llamará a las puertas de Emilio..