Se llama Mobile World Congress (MWC), pero la conectividad hace tiempo que sobrepasó el territorio teléfono para ramificarse hacia todo tipo de objetos de la realidad cotidiana, como una habitación, un coche o una parada de autobús y llegar hasta el mundo animal, con vacas conectadas. El llamado Internet de las cosas sigue evolucionando con la premisa de facilitar la vida a las personas, como demuestran las innovaciones que multinacionales tecnológicas como Fujitsu, Ericsson, Sony o LG han traído al MWC.

La joya de la corona del stand de Fujitsu es su habitación conectada en la que el usuario puede crear escritorios virtuales sobre una mesa normal y corriente y mover fotos o documentos a las paredes, donde ampliarlos o reducirlos, según necesite. El proyecto, pionero en el mundo, pretende liberar a la gente de pantallas, aunque eso sí, para hacerlo real requiere de varios proyectores, cámaras, un bolígrafo con infrarrojos, unos móviles y un software que conecta todo.

No es la única «cosa» conectada en el pabellón de Fujitsu, que también presenta un anillo que permite escribir en el aire, al convertir los movimientos de nuestra mano en escritura, y una vaca con su propio wearable con el que controlar sus pasos y su nivel de estrés con el objetivo de que produzca más leche y conocer los mejores días en que puede ser inseminada. Los datos son recogidos diariamente y se mandan a la nube, porque, aunque parezca mentira, una vaca es capaz de generar 300MB de datos al año.

También Ericsson apuesta fuerte por esta tendencia y presenta, por ejemplo, una parada de autobús que, además de informar de los tiempos de espera, cuenta con un sensor que capta los niveles de contaminación en el aire, está conectada con los servicios de emergencia y llega a grabar en tiempo real en caso de ser necesario.

Además, una de sus mamparas puede transformarse en una pantalla para videojuegos con la que el viajero puede entretenerse mientras espera el autobús.

En el estand de Ericsson hay mucho coche conectado, incluido uno solar, con una autonomía nocturna de 1.000 kilómetros y que se conecta con los semáforos para que el conductor pueda coordinar la velocidad con el trafico y ahorrar así energía.

¿Es viable comercialmente? «Quizás en 10-15 años», responden en Ericsson.