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El sueño de Sempere

Hoy hace 40 años que el artista de Onil anunció su intención de donar la Colección de Arte Siglo XX a la ciudad de Alicante

El sueño de Sempere

Muy pocos museos en España nacieron con una personalidad tan definida, con colecciones previas tan excepcionales y con un espíritu y vocación internacional como el MACA, el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante. Muy pocos museos responden a la voluntad del pleno municipal que, por unanimidad, aprobó la creación de este centro el 4 de julio de 2002, un acuerdo donde se definían los fundamentos conceptuales, la tipología de este museo, los argumentos paradigmáticos, las colecciones adscritas y los servicios a prestar. Apenas ningún museo español contó con un proyecto museológico y museográfico previo al proyecto arquitectónico como así sucedió en el MACA. Y todo ello en marcha desde apenas hace cinco años.

La historia sin embargo, es mucho más larga y compleja. El MACA es heredero directo del Museo de La Asegurada, inaugurado el 5 de noviembre de 1977 gracias a la generosidad del artista alicantinoartista Eusebio Sempere que donó a la ciudad su particular colección de obras de arte. El gesto, encomiable y todavía no suficientemente valorado, se enmarcó dentro de un contexto histórico, social y político muy determinado. En plena transición política, un periodo caracterizado por la ilusión y esperanza de todos los sectores sociales, los artistas tomaron conciencia del papel predominante que podían desempeñar y colaboraron con generosidad, sin reproches ni rencores, en el complicado proceso democrático. Esta sensibilidad, ilusión y enorme generosidad, esta esperanza en el cambio, y al mismo tiempo reserva ante la evolución del proceso y escepticismo razonable ante el futuro, es lo primero que se revela la Escritura de Donación otorgada por Eusebio Sempere en favor del Ayuntamiento de Alicante el 31 de septiembre de 1978 de su Colección Arte Siglo XX.

Todavía emociona leer las palabras que afirman ambos, el Ayuntamiento de Alicante y Eusebio Sempere, en el preámbulo de este acta donde se expresa el sentimiento compartido de «necesidad de que Alicante y su provincia, que a tantos artistas alberga, cuente con un lugar de exposición pública de arte del Siglo XX». Y continúa de tal suerte que el artista y coleccionista Eusebio Sempere «con el fruto de su esfuerzo personal de muchos años, ha podido reunir una colección de arte del siglo XX en cuya selección ha sido extremadamente riguroso, buscando la calidad y representatividad de cada una de las obras que la integran, siendo especial preocupación suya el que no formaran parte de la colección otras que no reunieran la representatividad que tienen las por él escogida (?) y conocedor el Sr. Sempere de los deseos del Municipio en pro de la cultura ha decidido hacer donación al Municipio de Alicante de su colección».

Hace 40 años del anuncio de esta aventura. Fue el 31 de enero de 1976, en el transcurso de la inauguración de la exposición Cuatro artistas alicantinos: Arcadio Blasco, Juana Francés, Sixto Marco y Eusebio Sempere, en la sala de exposiciones de la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia, cuando Sempere anunció por primera vez su intención de donar su colección de obras de arte a la ciudad de Alicante. Y allí estaba un veloz y preclaro Ambrosio Luciáñez, teniente de alcalde, quien solo tres días después presentó en el pleno municipal una moción para que fuera aceptada la donación por el municipio y fuera el Ayuntamiento quien liderara ese gran proyecto.

Apenas existían museos de arte contemporáneo en el Estado Español. En Cuenca, con un proyecto de Fernando Zóbel al que Sempere admiraba y con el que participó activamente, se había creado en 1966 el Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas, un referente internacional que siempre estuvo en la mente de Sempere como ejemplo a seguir. Al igual que la Fundación Miró de Barcelona creada por gesto generoso del artista catalán para la ciudad que pronto se convirtió en un hito, inaugurada en 1975.

Lo de Sempere era una actitud y un convencimiento. Donar su colección era la consecuencia lógica de un transcurrir vital al lado del activismo artístico. Desde el primer momento luchó con sus propios medios para resolver el atraso cultural que sufría España frente a la recepción del arte contemporáneo contra el que tantas veces él mismo hubo de sobreponerse. Había estudiado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y allí el arte moderno estaba proscrito. Sempere denunció siempre el excesivo provincianismo de unas enseñanzas artísticas donde el artista valenciano Joaquín Sorolla era el único y último referente. El color negro estaba prohibido. Y por eso, y gracias a una beca del Sindicato de Estudiantes, huyó a París la cuna de la modernidad, donde por fin pudo estudiar la obra de los artistas contemporáneos y utilizar el color negro en sus pinturas.

Desde París siguió intentando aportar un poco de luz y hacía crónicas de arte para el periódico Levante donde contaba las novedades parisinas al tiempo que negociaba la adquisición fallida por parte del Estado español de dos obras de Vasarely y de Arp para el MEAC (Museo Español de Arte Contemporáneo) o intentaba que se realizara una gran exposición de Kandinsky o de arte cinético, sin éxito. Finalmente consiguió por fin, que se llevara a cabo en el Ateneo de Madrid, una exposición del entonces desconocido artista Julio González en 1960.

Pero sus empeños eran persistentes y variados y por eso se involucró en las aventuras más hermosas del arte español de la segunda mitad del siglo XX, como por ejemplo el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Junto al grupo de amigos de Cuenca al que se sintió siempre muy ligado recorrió los campos de Castilla hasta encontrar el lugar ideal: las Casas Colgadas, y desde que se inauguró el museo, contribuyó a la difusión del arte abstracto gracias al taller de obra gráfica regentado por él mismo y Abel Martín, que permitió con la edición de postales, láminas y serigrafías dar visibilidad al arte contemporáneo. Pero también se involucró en proyectos como el laboratorio de música contemporánea Alea en 1967, la escultura de IBM, una obra de arte total que aunaría música, pintura y poesía con Cristóbal Halffter y Julio Campal en 1968, o participó, desde 1969 a 1972, como artista pionero en el origen de las relaciones entre la cibernética y el arte, en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid desde donde apostó por el futuro. Todo le interesaba: la música contemporánea, la poesía visual, el arte pop americano, Josef Albers, la enseñanza del arte, etc... y así le vemos en los Encuentros de Pamplona, en la Toma de la Magdalena, en el Homenaje a Picasso de la Complutense, en la Presidencia del MEAC, en las comisiones para defender el 1% cultural, en la creación del Museo de Escultura al Aire Libre de la Castellana donde consiguió, enfrentándose a los poderes públicos recalcitrantes, colocar una espléndida Sirena Varada de Eduardo Chillida.

Pero por encima de todo, estaba su ciudad y su museito. Sempere se entusiasmó desde el principio: «Creo que todas las gestiones deben ser rápidas así como la redacción de los documentos adecuados y convenientes para hacer la donación a Alicante. Mis condiciones van a ser claras y lógicas y sin ningún egoísmo por mi parte. Pienso que el Ayuntamiento de Alicante debe ser el depositario de esta colección y deseo que se pueda encontrar el edificio digno y conveniente para albergarla. (?) Tengo experiencia en este tipo de instalaciones: el Museo de Cuenca por ejemplo, y conozco el tesón y lo exigente que hay que ser para que el resultado sea excelente y ejemplar. Debe ser la mejor instalación de nuestro país, sin egoísmos por parte de nadie. Sin nombre pues tampoco el mío quiero que figure en el título del Museo o Colección. Me marcho el lunes a París para hacer compras de ciertos cuadros que necesita esta colección y así voy a continuar sencillamente y sin deseos de notoriedad», le decía en carta a Ambrosio Luciáñez el mismo día 7 de febrero de 1976 y le anunciaba el frenesí de compras en el que se había embarcado.

Sempere no era un hombre rico pero se dedicó a adquirir obras de arte de los mejores artistas internacionales para que los alicantinos pudieran disfrutar de una especie de Enciclopedia del Arte del Siglo XX. Todo el mundo lo sabe. Una colección excelente, coherente y eficaz en sus capacidades didácticas y de difusión de los valores del arte del pasado siglo. En el MACA se guardan las mejores obras de los mejores artistas protagonistas del arte del siglo XX: desde Joan Miró a Julio González, Picasso, Juan Gris, Gargallo, Dali, Arp, Delaunay, Calder, Kandinsky, Braque, Chagall, Giacometti, Tápìes, Chillida, Saura, Millares, Vasarely, Le Parc, Soto, Tomasello, Canogar, Equipo Crónica, Guerrero, Rauschenberg, Rosenquist, Christo, y un largo etcétera hasta 117 artistas, 67 españoles y 50 extranjeros y entre los cuales solo hay tres alicantinos: Arcadio Blasco, Juana Francés y el propio Eusebio Sempere. Se unió años después, la Colección Juana Francés, donada por la artista a este Museo y, desde 1997, las obras del propio Eusebio Sempere que el Ayuntamiento fue adquiriendo para su representatividad. La imprescindible Colección Fundación Caja Mediterráneo depositada en el MACA temporalmente ha venido a sumar excelencia, narrando el devenir del arte contemporáneo español de los últimos 40 años. Colecciones que reúnen a los creadores más importantes del siglo XX y son un excelente punto de partida para articular decididamente todo un programa museográfico, de contenidos y de actividades, que sea a la vez de calidad e importancia. Y esa es la intención del MACA. En raras ocasiones, un museo de arte contemporáneo ha contado con una referencia tan clara y precisa del camino a seguir, tanto de las orientaciones de sus colecciones futuras como del sentido de su programa de exposiciones y actividades. El Museo de Arte Contemporáneo de Alicante no es una mera sala de exposiciones. Nace como museo con colecciones y ha creado su propio modelo fundamentado en la existencia previa de ellas y en una labor de difusión y exhibición. Aspira, y en parte ese es el camino emprendido, a ser centro de conocimiento y aprendizaje sobre el arte y los artistas comprometidos del siglo XX, culminando este dilatado proyecto de sensibilización artística que inició Eusebio Sempere. Solo requiere la necesaria autonomía y el presupuesto adecuado para ello. Eso es lo que hay que exigir.

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