¿Por qué ha escrito este libro?
Hace unos diez años conocí a Mabel Lozano, que hizo su primer documental sobre la trata de mujeres y cuando iba a hacer este último (Chicas nuevas 24 horas) lo quería complementar con una novela y me pidió que la escribiera. No dudé ni un segundo porque desde entonces me comprometí con ella y con las mujeres víctimas de trata. Esta novela es una novela de ayuda, que he escrito en primera persona porque quería dar voz a mujeres que no la tienen.
Que no tienen voz porque no queremos ver que existen.
Claro, no las queremos ver. Y están ahí, en todas las carreteras, bajo una farola, porque la trata de mujeres es lo que nutre la prostitución. Están a la vista de todos y no hacemos nada.
¿Quién le gustaría que leyera la novela, sobre todo?
Querría que la leyera todo el mundo: las mujeres, para que entendieran lo que pasa con mujeres en todo el mundo; los hombres, para que cuando vayan de putas sepan que pueden estar teniendo sexo con una mujer esclava; las autoridades, para que se tomen en serio la lucha contra la trata, que ya lo hacen y mucho. Es un tema de todos.
¿El título del libro, Puta no soy, lo tenía claro?
Lo teníamos muy claro desde el principio porque la mayoría de los casos de prostitución proceden de la trata de mujeres. Queríamos que impactara y creo que lo hemos conseguido, porque una parte importante de esta lucha corresponde a la Policía y otra a la educación. Queremos que el libro haga pensar que estas mujeres son seres que viven en un régimen de esclavitud, contra su voluntad o engañadas por las mafias, sus familias o falsos novios. El título completo sería Puta no soy, soy esclava.
¿Hay que diferenciar entre prostitución y mafias que trafican con mujeres?
Es que lo que dicen los expertos es que el 80% de las mujeres que ejercen la prostitución han sido víctimas de trata y es muy difícil diferenciar cuando hay gente que dice que se ejerce libremente.
Hay voces que claman por su legalización y sus derechos. ¿Es un debate falso?
Yo no tengo ningún dilema. Cuando escucho decir que es el oficio más viejo del mundo, yo digo que es la explotación más vieja del mundo. Es un debate, pero no puedo defender la legalización de la explotación de nadie porque eso solo acaba beneficiando a los proxenetas. Alemania ha legalizado la prostitución y cada vez cuesta más trabajo detectar las mafias.
Que mueven cantidades desorbitadas en el mundo.
Es un negocio que mueve 35.000 millones de dólares al año. Y España es un país de trata, no tanto de trata interna como de tránsito y de destino, donde la prostitución mueve 5 millones de euros al día. España es el tercer país del mundo en consumo de sexo bajo pago, el 39% de los hombres declara haber consumido prostitución.
¿Es un indicador de la violencia machista del país?
La trata es la máxima expresión de violencia contra las mujeres y está ligada a una visión androcéntrica del mundo. No es que haya cada vez más casos, sino que somos cada vez menos permisivos contra la violencia de género. Vivimos en una sociedad llena de antenas y en cada anuncio o programa televisivo se encuentra la desigualdad entre sexos y eso es base de la violencia de género.
Usted ha trabajado en revistas para público femenino. ¿No perpetúan los roles en cierto modo?
En las revistas en las que he trabajado siempre lo he hecho en defensa de la mujer, del cambio, de la igualdad, y en defensa de su empoderamiento, aunque vaya con tacones o con una ropa maravillosa. Aunque hay medios que perpetúan los roles.
¿Hay esperanza en su libro?
Hay que trabajar para que el mundo cambie y mejore. No se si soy activista pero sí soy activa en esta lucha. Ya no puedo salir.
