La arquitectura traspasó las barreras ideológicas en un momento crucial de la historia de la humanidad. La vivienda social que se construyó en la Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial se asemeja en muchos aspectos a los edificios levantados en los países europeos del extinto bloque socialista.

Esta conclusión se extrae tras leer la versión resumida de una original tesis doctoral sobre la vivienda social en la época comunista realizada por un joven arquitecto alicantino, Daniel Sirvent, quien en su investigación ha visitado 32 países, la mayoría de ellos de la Europa del Este, incluido Cuba.

«La repetición y el rigor geométrico como base compositiva de los bloques de vivienda mínima salvan las distancias entre el Este y el Oeste, hasta el punto de hacer casi imposible discernir la ubicación concreta de algunos edificios estudiados», según Daniel Sirvent.

En su tesis, titulada Tipos arquitectónicos para el nuevo modo de vida socialista, explica que «uno de los objetivos de los dirigentes de la Revolución de Octubre de 1917 era la de romper la familia tradicional» y, «en su lugar, establecer unas formas de vida en comunidad donde la mayor parte de las actividades cotidianas estaba colectivizada».

«Para ello se crearon nuevos tipos arquitectónicos, como las casas-comunas o casas cooperativas, que, curiosamente, mantienen un gran paralelismo con el modelo occidental de los hoteles», ha dicho Daniel Sirvent.

Estas nuevas tipologías se basan en reducir al mínimo los espacios individuales para la vida privada (habitaciones), «resolviendo el resto de necesidades y funciones domésticas (higiene, comidas...) en estancias colectivas del inmueble», describe en su tesis.

«Se pensaba que era posible influir o modificar las costumbres y modos de vida de la población» y, con esa intención, se usó «la arquitectura como medio para favorecer esta transformación», pero, «realmente, el modelo fracaso antes incluso de ser implantado» debido al «rechazo» de los ciudadanos a este sistema de vida impuesto, apunta.

Como resultado, ha asegurado, hubo un fracaso de todas las estancias colectivas que se diseñaron en su momento para crear espacios donde los inquilinos pudieran establecer vínculos entre ellos. «Tarde o temprano, estos espacios caían en desuso y terminaban siendo privatizados, cerrados y/o demolidos», ha indicado.

Además, el estado general de los edificios analizados es «pésimo» en la actualidad por «una falta de mantenimiento constante a lo largo de los años», dice en su tesis.

Daniel Sirvent ha revelado que la elaboración de su minuciosa tesis le ha llevado siete años de trabajo. Su periplo por los 32 países que ha «pateado» se resume en 76 ciudades visitadas durante más de medio año, unas 14.000 fotografías -que reunión en sendas exposiciones en L'Espai y la UA- y 165.000 kilómetros recorridos, el equivalente a circunscribir cuatro veces el globo terráqueo.